lunes, 21 de agosto de 2017

Artículo: ¿TE DA TEMOR SER ESTRICTO CON TUS HIJOS? El autoengaño de los padres "blandos".

 

El médico y educador Leonard Sax en su libro "El colapso de la autoridad" plantea que los padres "blandos" se autoengañan y dañan a sus hijos al pensar que una paternidad más exigente dará como resultado una conducta más insensata en sus hijos con el paso de los años.

Una familia puede ser a la vez estricta y cariñosa 

La ciencia sociológica, tras muchos estudios y décadas de investigación, considera demostrado que los chicos que crecen con normas, horarios y exigencias tienen buenos hábitos y les va bien en la vida. Y al contrario, la ciencia demuestra que en las familias "blandas" (sean negligentes o bien indulgentes) los chicos crecen sin hábitos de trabajo y diligencia y les va mal. 

Sax, después de 40 años,  considera que los mejores estudios al respecto son los de Diana Baumrind y su equipo. Estos estudios muestran que la mejor fórmula es la de las familias que son a la vez cariñosas y estrictas, es decir, que saben decir a sus hijos "no", con firmeza, pero también con afecto. 

Una fórmula clásica de eficacia probada (aunque el niño o adolescente proteste) es decir: "no puedes, cariño, porque te lo decimos nosotros, que somos tus padres, te queremos, y en unos años verás que era la mejor para ti". 
  
A las presiones típicas ("si me quisieras me dejaríais", "si me quisieras confiarías en mí", "cuando sea mayor haré todo eso que no me dejas, mejor déjame ahora..."), hay que responder con un clásico: "no, cariño, no" y un "de mayor haz lo que quieras y luego me llamas y me lo cuentas". 

Si educas a tu hijo en el cómo debe ser, cuando crezca y se independice habrás inclinado mucho la balanza a su favor para que se comporte con sabiduría. La virtud engendra virtud. El vicio engendra vicio".

Sax basa su postura en los datos del macro estudio que los sociólogos de Estados Unidos llaman "Add Health": datos de más de 20.000 niños seleccionados de todo el país, a los que se ha seguido detalladamente desde principios de los años 90 hasta nuestros días.
En las familias con autoridad los hijos sacaban mejores notas, se emborrachaban menos y tenían una vida sexual con menos riesgos (no solo de adolescentes, sino como adultos jóvenes), sus relaciones afectivas eran más sanas y felices y al convertirse en padres tenían hijos a su vez más sanos y equilibrados. 

(Estos datos se pueden encontrar en Social Science and Medicine, en Archives of Sexual Behavior, en Journal of Marriage and Family, y en Journal of Pediatric and Adolescent Gynecology)

La clave para educar bien está en "imponer normas, con justicia pero con constancia. En algún momento esas normas se pueden adaptar, pero nunca se rompen", detalla Sax. 

Muchos padres "blandos" dirán que "si quiero a mi hijo, confiaré en él: si me dice que no bebe, me lo creeré; si me dice que pasó la noche con la chica sin acostarse con ella, me lo creeré; el amor implica confiar sin posesividad, ¿no?" 

La respuesta del doctor Sax, tras muchos años de experiencia y estudios, es contundente: las reglas del amor entre padres e hijos son distintas de las reglas del amor entre adultos. 

El amor a los niños no es como el conyugal, el amor al cónyuge implica mucha confianza, a veces quizá incluso ciega. El amor a los niños no es así. "Es más probable que te mienta tu hijo o hija a que lo haga cualquier otra persona, porque no te quiere dar un disgusto, no te quiere decepcionar y espera que pienses bien de él". Por eso hay que asegurarse que se cumplen las normas de la casa.

Además, en una relación entre adultos, entre iguales, casi todo es negociable, precisamente por ser iguales. No se dan órdenes a un igual. Pero en una familia sana sí se han de dar órdenes a los niños. Un padre ha de poder ser a la vez estricto y cariñoso. El sentido del humor puede ayudar mucho en eso. 



Adaptado de: Lafamilia.info

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