Uno de los aspectos que
más inquieta a los padres hoy en día es cómo hacer para que sus hijos sean
menos vulnerables a las presiones sociales y en especial a las de grupo. Esta
es una realidad a la que muchos niños y jóvenes se enfrentan durante su vida
escolar, universitaria y en ocasiones hasta en la adultez.
El efecto que tienen las opiniones y comportamientos de los otros sobre lo que
nuestros hijos piensan o las decisiones que toman puede ir desde la influencia para vestirse de cierta
forma, visitar ciertos lugares y tratar o no a ciertas personas, hasta beber
alcohol, tener relaciones sexuales, fumar, consumir drogas, entre otras.
Las
personas ceden ante la presión de grupo porque quieren caer bien, ser aceptados
o porque se preocupan de que otros se burlen de ellos si no se unen y comportan
igual que el resto del grupo. Otros ceden porque tienen curiosidad de probar
algo nuevo que ciertos compañeros ya están haciendo.
La gente quiere ser aceptada por los que están
a su alrededor, tanto que la mayoría está dispuesta a negar lo que sabe que es
cierto. La frase y noción de "todo el mundo lo
hace" ¿porqué tu no? influencia
enormemente en el actuar de las personas y muchas veces hace que se coloque de
lado el buen juicio y sentido común. Muchos jóvenes han
experimentado en carne propia el efecto de esta presión. Daniel, de
16 años, reconoce: “La presión de
tus compañeros puede hacerte cambiar. Y cuantas más personas estén
presentes, más aumenta la presión. Puede que incluso llegues a pensar que lo
que hacen está bien”.
Para los niños y jóvenes, pertenecer a los
grupos, ser aceptados y reconocidos por sus pares, tener un lugar entre ellos así
como lo que piensen los amigos de ellos y su actuar, es una de las necesidades
sociales más importantes.
Es importante no
estigmatizar la presión del grupo como solo algo negativo.
Se debe estar
consciente de que el grupo puede ejercer una presión e influencia positiva en
las personas, por ejemplo: mejora del rendimiento académico, mejora de las
relaciones sociales al compartir intereses con un grupo, establecimiento de
nuevas relaciones sociales, inicio de intereses y actividades deportivas
nuevas al pertenecer a nuevos grupos con dichos intereses, mejora de la
capacidad de hablar en público y de la capacidad comunicativa en general,
mejora del efecto del apoyo social ante enfermedades o eventos traumáticos al
tener un grupo de apoyo, etc.
Sin embargo, todos
sabemos que también la presión del grupo puede ser negativa, y puede llevar a
tomar decisiones o realizar conductas inadecuadas, peligrosas y a actuar de manera inconveniente, incluso al margen de
la Ley, aunque la persona
sepa lo que hay que hacer: consumo de alcohol y drogas, práctica de sexo
antes de la maduración adecuada, prácticas de riesgo por imitación, entrada en
grupos con ideologías extremistas e incurrir en prácticas peligrosas como
pueden ser la modificación de las pautas alimentarias, etc.
A muchos jóvenes les sorprende descubrir lo influyente
que es la presión de sus compañeros. “A
veces, la presión social es tan fuerte que ni siquiera la reconoces como
tal. Comienzas a pensar que eres tú misma la que te presionas. Es más fuerte de lo que parece. El
problema comienza cuando buscamos esa aprobación para validar nuestros
sentimientos e ideas, cuando necesitamos de los demás para sentirnos seguros y
tomar decisiones importantes en nuestra vida, cuando nuestro auto concepto y
autoestima dependen excesivamente de lo que los demás piensen de nosotros” confiesa una joven.
Uno de los retos que tenemos como padres es
hacer que nuestros hijos desarrollen habilidades para manejar proactivamente la
presión de grupo, aprender a decir “no” de manera asertiva, identificar las
acciones inadecuadas, y tomar buenas decisiones de acuerdo consigo mismo y sus
valores, y no solo por la influencia de los demás.
Es difícil ser el único que rechaza la
presión de grupo, pero se puedes lograr. Prestando atención a las creencias y a
lo que se familiarmente se considera que está bien o mal puede ayudar a hacer
lo correcto. La fortaleza interna y la confianza en uno mismo ayudan a
mantenerse firme, rechazar los intentos de convencimiento de otros y a resistir
a hacer algo que se considera incorrecto. Utilizar estrategias alternativas
como diferentes formas
de decir “no”, hablar de forma contundente y con voz firme, buscar personas que
respalden y piensen igual, usar el humor para negarse, dar excusas convincentes
o proponer algo alternativo, ayudan a enfrentar esa presión.
Tomado y adaptado de:
el tiempo.com kidshealth.org/es,
wol.jw.org.es psicoglobalia.com
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