lunes, 30 de abril de 2018

Artículo: ¿Cómo saber si consume drogas?


autas para saber si consume drogas

Pese a que los efectos de las drogas sobre el organismo están suficientemente demostrados, parece ser que no es suficiente para disuadir a algunos de los jóvenes del consumo de drogas. Éstos piensan que las drogas son un buen recurso para pasarlo bien, pero en realidad llevan a la mayoría al fracaso personal.
Conocer toda la información sobre las drogas y sus consecuencias es fundamental para prevenir.
¿Qué lleva a los jóvenes a adentrarse en el mundo de las drogas?
Aquí cuentan múltiples factores: inconsciencia, ganas de diversión, banalización de los efectos que las drogas producen en el organismo, pura ignorancia, etc son algunos de los factores que llevan a los jóvenes a caer en las drogas. Pero sobre todo destaca:
1.   La influencia del grupo de amigos. Muchos jóvenes empiezan a consumir drogas por desconocimiento completo de las consecuencias que pueden acarrear, y por ello se dejan llevar pensando que no les ocurrirá nada.
2.   Las ganas de evasión o de evadirse de sí mismos. Suelen ser jóvenes que huyen de una realidad que no son capaces de aceptar. El detonante de algunos casos son los problemas en la familia, en otros el miedo al fracaso o los estudios. Es una válvula de escape que les hace olvidar durante unas horas de sus problemas.
3.   Una personalidad débil. Es tan peligrosa como la propia ignorancia. Los amigos, la presión del grupo, el deseo de identificarse con ellos... suele ser mucho más fuerte que la capacidad de resistencia de un chico de estas edades.
Pistas para saber si consume drogas
Resulta más fácil mentir a los padres para no alterar la vida familiar que contar lo que les pasa cuando consumen drogas. Por eso, si sabemos lo que buscamos cuando queremos saber si consume drogas, ni el joven más astuto podrá esconder las evidencias que nos hagan descubrir la verdad. Las pistas nos las pueden dar los siguientes cambios.
Cambios de comportamiento por consumo de drogas:
- Cambios inesperados o exagerados en su actitud.
- Se aísla en su habitación durante largos periodos de tiempo, algo que no hacía antes.
- Miente con frecuencia: cubre una mentira con otra.
- Utiliza algún tipo de violencia física o verbal.
- Se comporta con secreteos; por ejemplo, se va de casa sin que lo vean o pone excusas sobre dónde va o dónde ha estado.
- Comete pequeños hurtos en tiendas, o desaparece dinero misteriosamente en casa.
- Hace llamadas telefónicas extrañas o con secretismo.
- Pierde respeto a
los valores y tradiciones de la familia y siente indiferencia hacia otros miembros de la familia.
- Manipula a los padres, provocando enfrentamientos entre ambos.
- Lleva lentes de sol fuera de los momentos apropiados.
Cambios físicos que evidencian el consumo drogas:
- Comienza a tener hábitos erráticos de sueño o de comida.
- Pierde peso de manera sorprendente o lo gana.
- Comienza a hablar de forma patosa.
- Tiene quemaduras en las manos o en la ropa.
- Se sorbe la nariz con frecuencia y le gotea. O tiene los ojos llorosos, le cuesta vencer los resfriados.
Cambios sociales que muestran si consume drogas:
- Cambia su grupo de amigos y muestra poco interés hacia los viejos amigos.
- Tiene problemas con las figuras de autoridad y con la ley.
- Parece que tiene dinero, pero no tiene trabajo.
- Si tiene trabajo, parece que siempre necesita más dinero
En cuanto a los estudios, hay una bajada en las notas, pierde el respeto a los profesores, está poco atento en clase y a veces ni asiste a la universidad o colegio.

Tomado de: Hacer familia.com



lunes, 23 de abril de 2018

Artículo: 10 Claves para educar a los hijos frente a la adversidad





Hace poco, el diario ABC de España, publicaba las conclusiones de las jornadas académicas de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos de Fomento de Centros de Enseñanza (FEPACE), donde se destacó que las familias “no educan a sus hijos frente a la adversidad”.
Una de las principales razones es que los padres prefieren darles todo a sus hijos para que tengan bienestar y una vida cómoda, antes de inculcarles el esfuerzo y hacerles “sufrir” para conseguir un objetivo, puesto que, de hacerlo, los progenitores piensan que sus pequeños dejarán de quererles.

“Nada más lejos de la realidad”, asegura Fernando Sarráis, doctor en Medicina por la Universidad de Navarra, especialista en Psiquiatría. “Todo lo que vale; cuesta. Conseguir aquello que conlleva un esfuerzo supone una gran satisfacción personal (estudiar y obtener un máster; entrenar y lograr una medalla…). Si no enseñamos a los niños a esforzarse en la infancia, de mayores serán adultos insatisfechos e inseguros porque tendrán miedo de enfrentarse a cualquier situación que les suponga el más mínimo esfuerzo”.
Claves a seguir según el Dr. Sarráis para educar mejor a los hijos:
1.- El que algo quiere, algo le cuesta. La buena educación ha de costar a formador y formado. No se debe tener miedo a hacer sufrir al educar, pues el cariño impide que se convierta en un trauma psicológico.
2.- El mejor educador es el ejemplo. Se debe realizar la acción que se pretende que aprendan los hijos delante de ellos. No es suficiente un exceso de repetición oral para que lo asimilen.
3.- Enseñar en libertad. En la educación de una personalidad madura es esencial enseñar a ser libre, con la responsabilidad que supone recibir un premio o castigo como consecuencia de la propia conducta libre.
4.- Aprender a poner buena cara al mal tiempo. Uno de los capítulos más difíciles de aprender del libro de la vida es “sufrir con alegría”. Sin este aprendizaje las personas suelen vivir, comportarse y pensar para “evitar” el miedo a cualquier sufrimiento. Esto impide que las personas aspiren a grandes objetivos en la vida.
5.- Voluntad y constancia. Es necesario plantear modelos atractivos de modos de ser, pues si una persona quiere ser de una manera, tendrá la fuerza y constancia para poner los medios necesarios para lograrlo: querer es poder.
6.- O vives como piensas o acabas pensando como vives. La conducta tiene una fuerza educativa o transformadora muy poderosa. Una manera de lograrlo es que el educador y el educando lo hagan juntos.
7.- Educar más con la cabeza que con el corazón. Enseñar es una tarea más de la razón que de la afectividad.
8.- La unión hace la fuerza. El padre y la madre deben llegar a un acuerdo a la hora de educar, establecer límites y no desautorizarse entre sí, sino comunicarse para evitar las diferencias educativas en los temas capitales.
9.- No tirar la toalla cuando parece que no se consiguen los objetivos educativos deseados, ya aparecerán más adelante. No hay que cansarse de dar buen ejemplo.
10.- Exigir con amor. Los hijos no se trauman tanto por la excesiva exigencia si se sienten queridos.
Fuente:.LaFamilia.info



lunes, 16 de abril de 2018

Artículo: TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN: POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE ENSEÑARLA A LOS NIÑOS?

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“Educa a tus hijos con un poco de hambre y un poco de frío” dice el proverbio del filósofo chino Confucio… Y es que existen muchas realidades que los padres quisieran evitar con tal de facilitar las cosas a los hijos, pero no podemos desconocer que algunas de esas situaciones son ineludibles, y más temprano que tarde, la vida se las pondrá en frente. Por eso la importancia de enseñarles a tolerar la frustración.

La frustración es una respuesta emocional que surge cuando no se cumplen las expectativas esperadas. En el contexto familiar, la frustración se manifiesta de manera especial cuando los padres dicen “no” ante determinada solicitud de los hijos. Por tanto, la tolerancia a dicha frustración, es la capacidad de aceptar las circunstancias y afrontarlas con una actitud positiva, dando un paso adelante, en lugar de quedarse nadando sobre el pantano.

La tolerancia a la frustración es una lección que se aprende en la familia, donde los padres brindan enseñanzas sobre la formación de la voluntad. Recordemos que el ser humano en sus primeras edades, tiende a querer dominar el mundo a su antojo, así como a demandar cuantas cosas pasen por su cabeza, debido a que aún no conoce las normas ni el dominio de sus emociones; sin embargo gracias a la educación, el hombre adquiere la madurez y el conocimiento que le permiten reconocer los límites propios y del colectivo en el que se desarrolla.

Es necesario decir “no”

En una reciente entrevista publicada por The Family Watch, el psicopedagogo Carlos Jiménez y director del Centro de atención a Adolescentes en España, subrayaba que una educación permisiva y sobreprotectora desemboca en hijos que no aceptan un ‘no’ y explicaba:

“(…) Un adolescente desde niño tiene que aprender a frustrarse, que todo lo que desea no puede ser complacido. Y muchas veces los padres, porque no tenemos tiempo para estar con ellos, o porque llegamos a casa agotados y no tenemos ganas de discutir, tenemos tendencia de concederles todo. Si a un niño, desde pequeño, le enseñas que puede conseguir todo aquello que quiere, y si patalea también lo logra, cuando llega a adolescente ¿cómo le vas a decir que ‘no’ a salir hasta las tres de la mañana, a darle 40 euros, o a que tenga una planta de marihuana en casa?.

(…) No se han acostumbrado a una cosa que se llama la tolerancia a la frustración, y es que a veces hay cosas y demandas cuya respuesta es ‘no’. Y uno tiene que aprender a aguantarse, porque la vida está llena de alegrías pero también de frustraciones y sacrificios. No puede ser que los padres tengan la actitud de que, a costa de lo que sea, que mi hijo no se frustre, no se traumatice, que tenga lo que yo no pude tener. En esta línea es muy probable que termines teniendo un hijo tirano, con muy poca capacidad de tolerancia a la frustración, de aguante. Y, además, que en algunos casos puede llegar a utilizar la violencia para conseguir lo que quiere. Claro que es importante decir ‘no’, pero también la cercanía y el afecto.”

¿Cómo enseñarles a tolerar las frustraciones?

Es una tarea que debe comenzar desde que el bebé nace, en cuanto a la satisfacción inmediata de los deseos, también llamados “caprichos”. Actos tan simples como dejarles en su cuna hasta que se duerman en lugar de pasearlos o darles la comida a una hora establecida o negarles el juguete que tanto anhelan, son formas de enseñar el autocontrol y la formación de la voluntad en los primeros meses. En esta etapa es definitivo postergar la satisfacción de sus deseos, es decir, que aprendan a esperar o aceptar cuando algo no resulta como ellos quieren, sin reaccionar impulsivamente.

En la medida que los niños crecen, surgirán otras formas de tolerar sus frustraciones. El ámbito escolar por ejemplo, es un espacio donde se hacen presentes diversas situaciones de forma gradual: primero los dibujos o las letras fallidas, después la tarea mal elaborada, luego el primer examen perdido, más adelante una asignatura y por último el año. Son las primeras lecciones de frustración que se tienen en la vida y de no darles un buen manejo, los resultados serán nefastos.

En medio de estas circunstancias, es donde los adultos deben enseñar a sus hijos a afrontar el fracaso en lugar de justificar sus acciones o negarse sus limitaciones.

Deben destacar entonces el valor del esfuerzo, de la persistencia, de la paciencia, para superar los impedimentos y lograr los objetivos. No obstante, se ha de tener en cuenta, que tolerar la frustración es una capacidad que se desarrolla con el tiempo, gracias a un entrenamiento constante.

Por otro lado, la adolescencia es una etapa crítica en términos de tolerancia a la frustración, dadas las características y el vaivén emocional que allí acontece. De ahí la necesidad de abonar el terreno años previos, puesto que si desde pequeños aprenden a acatar y respetar las negativas o las situaciones que cambian su cauce, será más probable que vivan una adolescencia dentro de los términos normales.

Asimismo, debe quedar completa claridad de que esta lección educativa debe estar confinada dentro de una relación amorosa y cercana, que si bien no puede aislar la autoridad y el deber de todo padre de formar a sus hijos en el sendero del bien, de la rectitud y la integridad, debe alejarse de todo acto agresivo y/o represivo. Por ende, se hace imperioso que los padres comprendan a sus hijos y cultiven la paciencia entre otras virtudes, para acometer estos desafíos formativos.

Preguntas de reflexión

Las siguientes preguntas permitirán analizar el tema de la tolerancia al fracaso en nuestros hijos y la forma como padres manejamos la situación:

¿Es mi hijo caprichoso? ¿Sigo sus caprichos al pie de la letra?

¿Cómo reacciona mi hijo cuando le niego algo?: ¿Su respuesta es primaria? ¿Se altera, pero se calma con facilidad?

Como padre, ¿qué manejo le doy a esta situación?: ¿Me altero? ¿Cedo ante su pataleta? ¿Me sostengo en lo dicho y no doy el brazo a torcer?

Lafamilia.info



lunes, 9 de abril de 2018

Artículo: TERCER LAPSO Y TU HIJO VA MAL EN LA ESCUELA





El último trimestre del período escolar es la última oportunidad que tienen los niños y adolescentes que no les ha ido bien durante el año para mejorar las cosas y acabar la escuela con mejores calificaciones.

Tras las vacaciones de Semana Santa llega la hora de la verdad. Entramos en el último trimestre del año y esos meses son los definitivos para el resultado final.

Cuando los niños o adolescentes han ido bien durante los dos trimestres anteriores es muy difícil que las cosas se tuerzan en las últimas semanas. Pero cuando los chicos han obtenido calificaciones bajas o mediocres en los meses anteriores hay que actuar.

¿Deben intervenir los padres?

En el caso de los niños siempre hay que actuar y hacer un seguimiento.
Ahora bien, algunos padres de adolescentes opinan que cuando sus hijos entran en la Secundaria ha llegado el momento de despegarse de ellos y de dejar de preocuparse por sus calificaciones, por sus tareas escolares y por su desempeño en la escuela. En algunos casos, los adolescentes a esta edad ya son muchachos maduros que no necesitan que sus padres estén pendientes de lo que hacen en ella. Pero no siempre es así. Hay algunos que por diversos motivos necesitan que este apoyo continúe durante la adolescencia. Algunos de ellos incluso lo necesitan aún más que cuando eran niños. Conseguir que los adolescentes acaben la Secundaria con buenas calificaciones y que vayan madurando de forma sana y equilibrada también en lo que se refiere al aprendizaje es suficientemente importante como para que sus padres se involucren en ello. Por eso cuando falta el último trimestre para acabar el año y las cosas no van bien; los padres deberían intervenir para intentar reconducir la situación.

Identificación del problema
Lo primero que deben hacer los padres es saber qué está pasando con su hijo. 
No es lo mismo el caso de un niño o adolescente que ha ido bien durante el resto del curso y que de pronto pierde el interés por la escuela, que uno que ha ido mal desde el principio o un hijo que se plantea, por ejemplo en el caso de los de mayor edad, dejar los estudios… Hay que saber las causas que provocan las malas calificaciones para poder actuar. Lo primero es descartar problemas emocionales en el adolescente como una depresión, un trastorno de la alimentación como  la anorexia o bulimia o lo estén molestando o acosando en la escuela.

Si el problema es alguno de estos, lo primero que hay que hacer es comenzar a resolverlos buscando ayuda. Si el problema es sólo de rendimiento porque  ha comenzado a trabajar menos sin ningún motivo grave pueden ser los padres junto a los maestros o profesores, y por supuesto, el chico, los que se ocupen de solucionarlo.

En caso de ser sólo el rendimiento: Diseñar una estrategia
Lo primero que hay que hacer es organizar una reunión con los maestros o profesores para descubrir qué es lo que está fallando: si es falta de atención en las clases, que no hace el trabajo escolar o simplemente que no está motivado. Aunque generalmente cuando las calificaciones son malas lo que suele producirse es una conjugación de todos esos motivos. Todos juntos deben definir muy claramente cómo van a cambiar las cosas. Por ejemplo, si el principal problema es la tarea escolar, se deben fijar horarios para hacerla en casa. Si el problema es la falta de motivación, habrá que buscar cuál es la causa de la desmotivación y ver elementos que podría cambiar esta situación.

Evaluar los resultados de la estrategia
La intervención de los padres no acaba con esa reunión. Cuando la estrategia se ha definido, deberán ocuparse de evaluar, primero, que el muchacho cumple con lo pactado y, segundo, que la estrategia da resultado. Lo normal es que no se note un cambio drástico en las dos primeras semanas pero una charla con los maestros o profesores del muchacho nos dirá si empiezan a verse mejoras. Y sobre todo lo que deberán procurar es que se mantenga el cambio de actitud en el chico. Estar seguros de que sí realiza adecuadamente su tarea y muestra mayor atención en las clases.
Tomado y adaptado de about.com