lunes, 26 de febrero de 2018

Artículo: CUANDO EMIGRAN LOS HIJOS.


“No existe una fórmula mágica sobre cómo afrontar la emigración de nuestros hijos”


Vivimos en un mundo globalizado, donde cambiar de país parece tan simple como mudarse de urbanización o ciudad, y cada vez son más los jóvenes que deciden abandonar su patria para probar suerte en otras fronteras.

Decirle a los padres “me voy” es un paso importante para un joven que agarra las maletas en busca de nuevos proyectos, autonomía y un lugar en el que las cosas puedan “ser mejores para él y su futuro”

La emigración de los hijos puede representar para muchas padres un momento muy difícil de enfrentar, pues en la mayoría de los casos no existe una preparación para dejar ir a los hijos, menos aún si se van a otro país. No existe una fórmula mágica sobre cómo afrontar la emigración de nuestros hijos.

Durante los últimos años en miles de hogares venezolanos se ha repetido la misma escena, jóvenes que les dicen a sus padres “me voy”, en busca de nuevos lugares de estudio, nuevos proyectos, autonomía o de un lugar en el que me pueda desarrollar profesionalmente y en el que encuentre una mejor calidad de vida.
A partir de ese momento muchos de nosotros, como padres, entramos en conflicto interno, pues aunque si bien es cierto que los padres que amamos a nuestros hijos siempre deseamos lo mejor para ellos y queremos que sean felices, también es cierto que los queremos lo más cerca posible. Así “lo mejor para ellos” entra en franco conflicto con “lo mejor para nosotros” y comenzamos a sentir emociones contradictorias o ambiguas, por una parte está la alegría y esperanza de un posible mejor futuro para ellos y por el otro lado se encuentra la tristeza por la distancia y la pérdida del contacto en el día a día.
Nunca debemos olvidar que el proceso de migrar también supone un desgarro y un gran esfuerzo por parte de nuestros hijos para adaptarse a una nueva cultura. La migración crea una ruptura y una separación entre los que se quedan y los que se van, entre el “aquí” y el “allá”. El que sean ellos los que toman la decisión de marcharse, no significa que se les haga  más fácil el cambio.  Lo fundamental para afrontar esta situación es entender que se trata de un proceso, en el que nosotros mismos decidimos cómo afectará nuestra vida.

La mayoría de los padres cuyos hijos han emigrado no nos habíamos planteado vivir esta etapa de la vida alejados de ellos, sintiendo la soledad en casa y sin saber qué hacer pero debemos seguir adelante y apoyarlos,  por ello, una vez afrontada la situación, debemos alegrarnos por su tenacidad, valentía, responsabilidad y toma de decisión; por  atreverse a dejar muchas veces la comodidad de la casa y el calor de hogar por buscar su felicidad en un lugar distinto. Y si confiamos en la educación que les dimos, no tenemos nada que temer.
Cuando las bases de su formación han sido sólidas, el temor de los padres debe disminuir y el apoyo de nuestra parte debe aumentar.  “Ser padres es darles tanto raíces como alas para volar”.

De acuerdo con el psicólogo de familia Miguel Ángel Cárdenas, “la decisión de partida de un hijo de la casa siempre será más difícil para los padres que para los hijos. Lo primordial es tratar de mantener una relación profunda e íntima con ellos y para lograrlo la comunicación es primordial.  Hoy en día, existen muchos canales de comunicación que hacen que esta experiencia sea menos traumática para ambas partes, por lo tanto es muy importante mantener una buena comunicación entre padres e hijos. No se trata de saber qué están haciendo en todo momento, y mucho menos pensar que si no hablamos con ellos a diario es porque hemos dejado de importarles. Es seguir dándoles nuestro apoyo, orientación y guía, entendiendo que ahora la relación se desarrolla de una manera distinta y que debemos aprovechar al máximo los momentos que se comparten.
Son cada vez más los hijos que se van de casa: a algunos se les va uno, a otros dos, y en algunos casos todos. Estamos viviendo en un  mundo cada día más globalizado, en el que mudarse de país es el pan de cada día pero en el que tenemos la suerte de que la tecnología ha avanzado tanto que, a pesar de las distancias, la comunicación es posible y sencilla. Gracias a ella, podemos ver caras, enviar fotos o videos en vivo, y hasta cenar on-line como si estuviéramos juntos en casa, más allá de que una aparato electrónico de por medio es lo que nos impide abrazarnos o darles de probar lo que estamos comiendo.
Muchas personas opinan que debido a la madurez que adquieren los hijos al salir de casa y por tener como familia , que buscar la calidad en los momentos compartidos a distancia, la relación padre-hijo se fortalecerá y será mejor y más fuerte que cuando estaban  juntos en casa.

Basado en: Yoemigro.com, InmigrantesEnMadrid.com,
Es.aleteia.org,  Contratransferencia.com,
Sophiaonline.com, Vanguardia.com


lunes, 19 de febrero de 2018

Artículo: Cómo los problemas del entorno permean nuestros hogares














Ser madre o padre es una de las aventuras más maravillosas que un ser humano puede experimentar, pero también implica responsabilidades que debemos asumir con paciencia, empatía, solidaridad y comprensión si la meta es hacer un buen trabajo en el desarrollo y crecimiento de nuestros hijos.
Generalmente los padres deseamos, por encima de cualquier otra cosa, la felicidad de nuestros hijos, lo cual a veces conlleva a un esfuerzo importante para lograr su bienestar.

Pero la vida está llena de altibajos y desde muy pequeños, los niños también pueden sufrir decepciones en su vida. Los niños y adolescentes, viven sus sentimientos y emociones al máximo y cuando pasan por esos altibajos, pueden pasarse días en estado letárgico, sin querer ver a nadie, sin ganas de nada, irritables en casa… es como si el mundo hubiese acabado.

La realidad política del país, la no aceptación a los cambios, la inseguridad, el trabajo o colegio, los sueldos bajos, las amistades, la crisis social, mediática, médica y alimentaria por la que está atravesando el país, las despedidas e incertidumbre; pueden ser algunos de los causantes de esos sentimientos y emociones que nos empañan el día, nos hacen ver todo gris, mantienen nuestras cabezas muy ocupadas y preocupadas afectando esto la relación familiar. 

Es fundamental que aprendamos a reconocer, aceptar y a encauzar las emociones; tareas en las que los padres debemos ejercer una labor de apoyo y de constante acompañamiento a nuestros hijos;  ya que ese será el primer paso para poder manejar y regular las emociones de forma adecuada.

Reconocer, es identificar qué emociones siente cada uno ante diferentes situaciones y, aceptarlas es normalizarlas, es decir, debemos saber y a la vez transmitirles a los niños que todas las personas sienten rabia, tristeza , alegría, miedo, decepción…para poder manejarlo después de forma adecuada.
Cuántos de nosotros hemos escuchado a familiares o amigos decir que perdieron su trabajo, porque la fábrica, compañía o el negocio cerró.  Los niveles de desempleo y la hiperinflación han provocado que el presupuesto familiar de muchos de los hogares haya bajado de manera desmesurada afectando la capacidad para cubrir las necesidades primarias de comida, alimento y vestimenta,  causando sentimientos de rabia, impotencia y mucha frustración entre los miembros de la familia.

Por ser la familia, el epicentro de nuestras relaciones, es natural que en ella descarguemos todo lo que nos pasa afuera, por lo tanto es la más afectada. A ella llegamos y expresamos nuestros miedos y tensiones, convirtiéndose muchas veces en el escenario donde las discusiones se hacen presentes entre los padres, entre los padres e hijos, donde hay llantos, crisis, se disparan situaciones de quejas y reclamos, siendo los hijos los que más sufren bajo estas circunstancias.

Para un niño, sus padres son sus bases y sus raíces, somos los que le podemos ofrecer la confianza que necesita en estos difíciles momentos de cambios, de inestabilidad, de preocupación. 
Según la sensibilidad del niño y, sobre todo, la edad que tenga, los cambios pueden afectarle en mayor o menor grado. Un niño mayor puede atenuar la tensión que siempre provocan los cambios, si se siente apoyado por sus padres y experimenta que ellos están tranquilos.

En medio de tantas situaciones difíciles en las que nos encontramos inmersos y que pasan a nuestro alrededor, así como ante la dura crisis generalizada de nuestro país, se están generando grandes tensiones en la familia ya que las alternativas ante las mismas son difíciles.
Debemos estar muy pendientes del nerviosismo que nosotros mismos sufrimos o podemos llegar a sufrir ante una nueva situación o experiencia ya que el mismo también se lo trasmitiremos a nuestros hijos.
Es normal que como personas que enfrentamos una crisis nos sintamos inquietos, con angustias y temores, pero no debemos dejar que esos sentimientos nos gobiernen, al contrario, debemos usar la razón, aprender a tener control y confianza. Debemos cuidar el bienestar de nuestra familia  y eso implica andar de la mano con los valores como la comunicación, la honestidad y el buen ejemplo.

Como padres, debemos aprender a valorar y cuidar a nuestra familia, ya que en ella tenemos un gran tesoro, mucho más valioso que cualquier cofre lleno de piedras preciosas.


Basado en:

Guía infantil.com, familias.com, healthychildrens.org, madreshoy.com, uncomo.com, usccb.org, bebesymas.com

lunes, 5 de febrero de 2018

Artículo: LOS VERDADEROS EFECTOS DE LA MARIHUANA EN ADOLESCENTES

 

Te guste o no, tus hijos probablemente entren en contacto con la marihuana. Y lo mismo pasará con sus amigos. Para determinar lo que la ciencia tiene que decir al respecto, la revista The Globe entrevistó a los principales investigadores en el campo y revisó docenas de estudios para ver de qué manera el consumo de cannabis afecta al cerebro adolescente. 

Problemas de aprendizaje, cerebro sobrecargado 
El cannabis no es la más peligrosa de las drogas, al contrario que el alcohol, “que hace una gran cantidad de daño”, dice el doctor Harold Kalant, profesor de farmacología en la Universidad de Toronto e investigador sobre alcohol y cannabis desde 1959. 
La marihuana secuestra el funcionamiento normal del cerebro adolescente, y muchos científicos creen que puede tener efectos permanentes en el desarrollo del cerebro.
La doctora Andra Smith, profesora asociada de psicología en la Universidad de Otawa, empleó imágenes de resonancia magnética funcional para comparar la actividad cerebral en jóvenes de 19 a 21 años que no fumaban marihuana regularmente y los que habían fumado al menos 1 porro a la semana durante 3 años o más. 
Smith y sus colegas encontraron una mayor actividad cerebral en los fumadores de marihuana regulares mientras completaban tareas diseñadas para medir su impulsividad, memoria de trabajo, procesamiento viso-espacial y atención sostenida.
Aunque el aumento de la actividad cerebral pueda sonar como algo bueno, “en realidad es interpretado como que el cerebro tiene que desempeñar un trabajo más duro y comprometer a más recursos cerebrales para responder con precisión”, indica Smith. 
Los jóvenes fueron estudiados desde su nacimiento hasta las edad de 25-30 años. Los investigadores recogieron cerca de 4000 variables de estilo de vida, incluyendo estatus socioeconómico y la exposición prenatal a la marihuana y al alcohol, así como el consumo en la adolescencia de cannabis.
La marihuana fue la culpable más probable del aumento de la actividad cerebral, afirma Smith. 
Estudios anteriores en ratas, realizados por Kalant en la década de los 80, sugieren que los déficits cognitivos relacionados con el consumo de cannabis pueden darse a largo plazo. Incluso después del equivalente de 9 años humanos, sin exposición a la marihuana, las ratas tratadas con marihuana en su adolescencia mostraron déficits mentales residuales en la memoria y el aprendizaje que persistieron hasta la adultez. Sin embargo, las ratas adultas jóvenes tratadas con marihuana no desarrollaron discapacidad de larga duración, indica Kalant, añadiendo que los receptores de cannabis en los cerebros humanos y roedores actúan de “maneras muy similares”
Un estudio más reciente, publicado en abril en la revista Journal of Neuroscience, encontró cambios estructurales en cerebros de jóvenes de 18 a 25 años de edad que fumaban al menos un porro por semana comparados con jóvenes con poco o nulo historial de consumo de marihuana. 
Empleando imágenes de resonancia magnética, los investigadores de la Universidad Northwestern detectaron alteraciones en las regiones del cerebro implicadas en la emoción y el procesamiento de recompensas. Encontraron que a mayor uso de la marihuana, mayores alteraciones en estas regiones.
“Este estudio plantea un enorme desafío a la idea de que el consumo de marihuana irregular no está asociado con malas consecuencias”, indicaron los investigadores. 

Un golpe a la inteligencia
Los adolescentes con un hábito muy marcado de consumo de marihuana tienen un riesgo alto en pérdida de coeficiente intelectual (CI). 
Mientras que los activistas de marihuana probablemente puedan enumerar ejemplos de marihuaneros adolescentes que se convirtieron en abogados exitosos, es difícil que puedan discutir con los resultados de un estudio a largo plazo realizado en la ciudad neozelandesa de Dunedin. 
Dicho estudio ha seguido a 1.037 personas desde su nacimiento hasta los 40 años. En un informe de 2012 de los investigadores de la Universidad de Duke analizaron los datos del estudio de Dunedin y encontraron que cuanto antes y con más frecuencia se fumara marihuana, mayor es la pérdida de inteligencia a los 38 años. 
En comparación con sus CI a los 13 años, las personas que habían empezado a consumir marihuana en la adolescencia y tenían un hábito diario en la edad adulta tenían, de media, una caída de 6 puntos en su CI. El descenso no fue trivial: a los 38 años su CI medio era inferior al del 70% de sus pares (sujetos no consumidores de marihuana), según el informe, publicado en la revista de Proceedings of the National Academy of Sciences. 
Las personas que consumían cannabis en gran medida pero ya de adultos no mostraron esas pérdidas en el CI, pero los investigadores encontraron que los que habían sido usuarios habituales de marihuana siendo adolescentes no restablecieron el funcionamiento normal intelectual de adultos. 
Los críticos de estas investigaciones sugieren que las diferencias de personalidad podrían explicar la relación cannabis-CI, ya que las personas menos concienciadas podrían estar más atraídos por el cannabis. Otros argumentaron que las pérdidas en el CI se deben principalmente a factores socioeconómicos. 
Pero los investigadores refutan ambos puntos, señalando que ellos midieron el auto-control en la niñez (un precursor de la conciencia), y habían descartado una serie de factores que no fueran el consumo de marihuana, como el consumo de tabaco y alcohol, la esquizofrenia y el nivel educativo. Para tener en cuenta los factores socioeconómicos, llevaron a cabo un análisis separado excluyendo a los participantes de familias con altos y bajos ingresos. 
Incluso después de hacer números una y otra vez, los investigadores encontraron que la relación entre un consumo persistente de cannabis y el declive del CI seguía inalterada.

Riesgo de psicosis 
Son ya conocidos los efectos alucinógenos leves que el consumo de marihuana puede ocasionar, pero es cierto que el cannabis puede desencadenar una ruptura más grave de la realidad. 
La relación cannabis-psicosis viene siendo una cuestión huevo-gallina desde hace mucho tiempo. Uno de cada cuatro pacientes esquizofrénicos es diagnosticado con un trastorno de consumo de cannabis, según una revisión del 2010. 
No obstante, la hipótesis de que la marihuana puede provocar psicosis en adolescentes con vulnerabilidades genéticas está cogiendo peso los últimos años. 
En 2002, los investigadores, utilizando datos del estudio de Dunedin encontraron que el consumo de cannabis en la adolescencia aumentaba significativamente la probabilidad de padecer esquizofrenia en la edad adulta, especialmente en aquéllos que empezaron desde los 15 años. En este estudio, publicado en la British Medical Journal, el vínculo se mantuvo incluso después de que los investigadores analizaran si los participantes tenía síntomas psicóticos a los 11 años (antes de empezar a consumir droga). 
La investigación confirmó estos resultados de un estudio anterior realizado en Suecia, que mostraba que un alto consumo de marihuana a los 18 años incrementaba por seis el riesgo de padecer esquizofrenia en la edad adulta. Estudios realizados en Países Bajos y Alemania arrojaron resultados similares. 
Los científicos dicen que no está todavía claro si el uso de marihuana conduce a alteraciones en las regiones del cerebro asociadas a las alucinaciones, o si el cannabis precipita la psicosis en personas con anomalías genéticas. 
Otra teoría es que la relación entre cannabis-psicosis se debe a una superposición de factores genéticos y ambientales, como por ejemplo una experiencia de abuso y un fácil acceso a las drogas. Pero la idea de que el papel de la marihuana en la esquizofrenia es únicamente un fenómeno de auto-medicación “se ha eliminado” en gran medida”, según una revisión de 2014 publicada en la revista Addiction
Otra importante revisión, publicada este mes en la misma revista, estima que el riesgo de desarrollar psicosis dobla de 7 a 14 por mil para los no consumidores y los consumidores regulares. 

¿Un futuro nublado? 
Los adolescentes que fuman diariamente marihuana tienen el 60% menos de posibilidades de acabar sus estudios u obtener un título universitario que sus pares no consumidores, según un estudio publicado en septiembre en la revista Lancet
Los investigadores, principalmente de Australia, analizaron los resultados de tres estudios a largo plazo realizados en Australia y Nueva Zelanda. Compararon el estado de vida de los participantes a los 30 años a sus patrones de consumo de marihuana antes de los 17 años (nunca, mensualmente o menos, mensualmente o más, semanalmente, o diariamente). 
En comparación con las personas que nunca habían consumido cannabis, los que eran usuarios diarios desde antes de los 17 años tenían un recorrido de 18 veces más posibilidades de convertirse en dependientes de cannabis. Eran ocho veces más propensos a usar otras drogas ilegales en la edad adulta, y siete veces más propenso al intento de suicidio. 
Pero los críticos sugirieron que otras variables, como la desaprobación de los estudiantes fumadores de marihuana de los docentes, podrían haber influido en los niveles de educación. Otros señalaron que usuarios pudieron haber tenido condenas por drogas que afectaron su entrada en las universidades. 
Sin embargo, el estudio de The Lancet fue ampliamente elogiado por descartar más de 50 factores distintos de consumo de marihuana que podrían explicar los resultados, y por demostrar una respuesta dependiente de la dosis, lo que significa que los resultados negativos se agravaron con el aumento del consumo de cannabis. 
Los investigadores señalaron que estudios anteriores publicados en 1998 y 2000 habían mostrado resultados similares. “La prevención o el retraso del consumo de cannabis en la adolescencia probablemente tenga amplios beneficios sociales y en la salud”, concluyeron.
Smith hizo eco de esta idea: “No me importa si consumes a los 40”, dijo, “pero no lo hagas a los 13 porque sencillamente te estás preparando para el fracaso”


Adaptado de euroresidentes.com