miércoles, 29 de marzo de 2017

Artículo: ABUELOS Y NIETOS, UN LAZO IRROMPIBLE











"El amor perfecto a veces no viene hasta el primer nieto"

proverbio galés


Los abuelos dejan surcadas sus huellas en el alma de tus hijos, los abuelos son el primer gran ejemplo de amor incondicional que tus hijos conocen. Los abuelos no esperan, no exigen, no piden nada a cambio; los abuelos entregan su alma y corazón a esos seres a quienes tú le diste vida.

Cuando un abuelo o abuela tiene ante sí a su pequeño nieto, se le olvida lo estricto o duro que fue con sus hijos, relaja sus costumbres y es capaz de permitirle cosas que nunca dejó hacer a sus hijos. 
Los abuelos viven esta etapa de su vida con más relax, calma y experiencia que la paternidad, por ello son unos perfectos compañeros de juegos, estupendos confidentes, buenos paños de lágrimas, expertos en muchas materias e indispensables en la educación de los nietos.

Los abuelos, junto con los padres son los referentes más cercanos que tienen los niños y de los que pueden adquirir grandes aprendizajes. 

Adoran y se desviven por sus nietos y ellos lo notan. Los cuidan en vacaciones, los recogen del colegio cuando los padres no pueden y siempre están ahí para echar una mano. Les dan cariño, amor y mimos; valores que se traducirán en el bienestar para el niño. Comparten con ellos experiencias y conocimientos que los nietos guardarán para siempre, y la mayoría de ellos transmiten una gran tranquilidad, cosa que a los padres les cuesta ya que a veces van con prisas y estresados por la vida y no tienen espacio para los detalles, mientras que los abuelos ya pasaron por esa etapa.

Los abuelos no son perfectos, así como los padres se equivocan. Además todos sabemos que no todos los abuelos son iguales. Algunos que se desviven por sus nietos y otros son más despreocupados, autoritarios o no están presentes en su día a día. En cualquier caso y pese a poner todo de su parte, una de las principales quejas de los padres hacia los abuelos es su extraordinaria capacidad para “malcriar” a los nietos pero es muy posible que cuando los padres se conviertan en abuelos también lo hagan.

En cualquier caso, si se coloca en una balanza las cosas negativas y las positivas de un abuelo, pesan tanto las buenas que ningún nieto debería crecer sin la inestimable presencia de un abuelo en su vida.

La importancia de los abuelos en la vida de los niños está más que comprobada, los abuelos no sólo cambian la vida de los niños y sus padres, sino que se hacen trascendentales en la atención, el cuidado, la educación y protección de los niños en la casa.

Los abuelos han dejado de ser los padres ausentes de los padres, que se visitaban los fines de semana o solo en vacaciones. Hoy en día la importancia de los abuelos en la vida de los niños  ha crecido considerablemente, éstos son grandes amigos de los niños, los que pueden los cuidan, los llevan, asisten sus obligaciones y comparten sus experiencias y hasta los que están físicamente lejos se encuentran más cerca gracias a la tecnología.

Son, por decirlo de alguna manera, unos segundos padres y en muchos casos, el eje fundamental en el equilibrio y el sustento del hogar ya que algunos padres los necesitan para armonizar de manera efectiva su vida laboral y su vida familiar.

Muchos abuelos asumen con gran alegría su rol, para ellos es revitalizante y se sienten útiles y compañeros de los niños; otros asumen este rol para ayudar a sus hijos pues sus obligaciones laborales así lo requieren, también existen otros abuelos que no aceptan cuidar a sus nietos puesto que ya han educado sus propios hijos y dicen no tener fuerza o salud para cuidar a los pequeños.

Sin importar qué postura tienen, la relación entre abuelos y nietos es siempre muy enriquecedora, los niños hacen que sus abuelos se sientan más espontáneos, queridos, respetados y vitales, mientras que los niños se sienten adorados, queridos, curiosos, reflexivos y alegres.

“Nadie puede hacer por los niños lo que hacen los abuelos: Salpican una especie de polvo de estrellas sobre sus vidas” AlexHaley

Adaptado de: Educapeque.com, Familias.com, Guíainfantil.com



jueves, 23 de marzo de 2017

Artículo: COMUNICACIÓN ENTRE PADRES E HIJOS



Si es importante el diálogo en las relaciones interpersonales… lo es aún más la comunicación en la familia...


La comunicación nos sirve para establecer contacto con las personas, para dar o recibir información, para expresar o comprender lo que pensamos, para transmitir nuestros sentimientos, pensamientos, ideas, experiencias o información, y para unirnos o vincularnos a través del afecto y de la empatía.

Cuando en una familia existe una buena comunicación, seguramente se puede afirmar y notar que hay compañerismo, complicidad y, un ambiente de unión y afecto, pero, sobre todo hay respeto mutuo y valores bien asentados.

Crear este clima de buena comunicación en la familia, no es una tarea tan fácil y hay que ayudar a los hijos a comprenderla y aplicarla con prácticas sobre el terreno, con consejos educativos y con el ejemplo.
Es fundamental, que como padres introduzcamos en el seno familiar, los mecanismos necesarios que faciliten una buena comunicación entre los miembros de nuestra familia,  por ello es imprescindible que sepamos escuchar, hablemos con el corazón, manténganos una actitud asertiva y mostremos  empatía,  promoviendo de ésta manera  un buen clima de diálogo en casa.

Estos son algunos pequeños consejos que pueden mejorar y facilitar la comunicación, la confianza  entre padres e hijos:

- Al dar una información, busca que siempre sea de una forma positiva. 
- Obedecer a la regla de que "todo lo que se dice, se cumple". 
- Colocarnos en el lugar del otro. Mostrar empatía. 
- Dar mensajes consistentes y no contradictorios. 
- Escuchar con 
atención e interés. 
- Crear un clima emocional que facilite la comunicación. 
- Pedir el parecer y la opinión a los demás. 
- Expresar y compartir sentimientos. 
- Ser claros a la hora de pedir algo.

Adaptado de: http://www.guiainfantil.com/educacion/familia/comfamilia.htm

miércoles, 15 de marzo de 2017

Artículo: NIÑOS DESOBEDIENTES... ¿QUÉ PODEMOS HACER?

 
Prevenir que un niño sea excesivamente desobediente o encauzar al niño que ya lo es está en manos sólo de los adultos.

Los niños desobedientes desesperan a los padres y son fuente de disgusto familiar. Claudia Quiroz, psicóloga del centro Crece, nos da pautas para ayudar a nuestros hijos a hacernos caso.
Los padres, abuelos y educadores somos los “Pepe Grillos” de los niños; inicialmente, hay que acompañarles y corregirles y luego, a medida que van madurando, nuestra función es intentar describir, explicar y ayudar al niño a ser consciente de las consecuencias de sus actos. Todo esto, con el fin de ayudar a nuestros niños para que poco a poco vayan desenvolviéndose de manera más segura e independiente.
Este proceso se va a ir dando poco a poco.  La desobediencia es normal en todo este proceso. El niño está descubriendo los límites del entorno, diferenciando lo que es correcto de lo incorrecto, lo que se puede y lo que no se puede hacer. Pero el niño no puede encontrar solo estas respuestas, los adultos le tenemos que guiar y ayudar.
Muchas veces los adultos tendemos a decir, “qué desobediente es este niño”, cuando el niño está inmerso en el disfrute de la exploración y descubrimiento. ¿De verdad es eso ser un niño desobediente?
Con esto lo que quiero que tengan presente es que  cuando son pequeños, no tienen como motivación el incomodarnos, sino el explorar a través de sus sentidos; y dejar que lo hagan, dentro de ciertos límites, es sano para el desarrollo de su autocontrol.
A partir de los 3 años comienza la etapa de la comprensión de palabras y oraciones, y cambia nuestra manera de comunicarnos con los niños.
Si queremos educar a nuestros hijos de esta edad y hacer que nos comprendan, las frases deben estar enfocadas de manera afirmativa, ya que esto les permite comprender mejor los acontecimientos. Por ejemplo: en vez de decir: “no tires tus juguetes, o tus zapatos”, es mejor decirle: “deja los juguetes en la caja, o dáselos a mamá”. Cuando el niño hace lo que le pedimos, siempre hay que acabar con un elogio, como “muy bien”.
A esta edad el niño será mucho más receptivo que en etapas anteriores, comprenderá que ha dado alegría a mamá y a papá y se sentirá feliz y querrá volver a lograr ese momento, y por ende, tenderá a repetir la acción. 
Cognitivamente, los NO, solo se comienzan a entenderse a los 3 años.
Una manera, de hacer que el niño aprenda a seguir instrucciones y posteriormente incorpore el concepto de obedecer, es hacer hincapié en explicarle que los adultos son los que deciden, ya que él está bajo el cuidado de ellos.
Para ello, es importante que estos adultos, ya sean los padres o abuelos, sean coherentes, firmes y afectuosos en el momento de enfrentar diversas situaciones y pongan los límites in situ manteniendo la calma.
Recuerde que la coherencia es la base del respeto y da seguridad a los niños.
Es muy importante mantenerse como un bloque frente a los niños, es decir: tanto papá como mamá son los que tienen la autoridad de crear los hábitos, y por lo tanto no se debe devaluar a ninguna de estas figuras frente al niño.
A partir de los 5 o 6 años , aún es momento de acompañar a los niños en sus razonamientos. A esta edad, es muy positivo hacer que el niño verbalice las posibles consecuencias de sus actos. 
El niño es más consciente y tiene capacidad de razonar el por qué y para qué de las cosas.
De esta manera, los niños van aprendiendo a respetar las rutinas y adquieren poco a poco disciplina en sus actividades, lo que va acompañado de la validación, respeto y consideración a lo que los adultos piden y de su seguridad.

Un niño seguro y con buena autoestima fortalecerá su personalidad, será positivo y feliz, afrontará mejor las pequeñas frustraciones y se adaptará mejor al mundo que le rodea.

Tomado de: Serpadres.es