lunes, 26 de marzo de 2018

Artículo: PESAJ - LIMPIEZA PROFUNDA DEL ALMA



“No cabe duda que acá hay algo que va más allá de una limpieza general de primavera”.   Por Mimi Notik

En el Majón Alté, el hogar donde vivo y estudio este año, ayer fue día de limpieza general para honrar la llegada del día de la festividad de Pésaj.
¿Y cuál fue mi tarea? Limpiar el piso. Fregar uno a uno los treinta estantes de la heladera. Fregar las mesadas. Lavar los platos.
Mientras eliminaba las capas de sucio, moho y comida en mal estado de las superficies de todos los ítems que iba encontrando, hice un esfuerzo para que mi cerebro, tan expuesto a los vapores tóxicos de los elementos de limpieza, pudiera conectarme con el significado y propósito de toda esta actividad. El hecho de haber estudiado en Safed, la ciudad ubicada en el norte de Israel, donde tuvo origen el estudio de la Kabalá, me ha enseñado que debo esperar más de aquello que, en apariencia, es lo más común y corriente del mundo.
Es sabido que el Rebe dedicaba muchísimo tiempo a la limpieza de su casa, que constaba de una única habitación. El mandato de verificar que no queden rastros de jametz ni de productos que hubieran leudado (una vez que la casa esté limpia) tendría que llevar apenas unos veinte minutos, pero él seguía haciéndolo durante toda la noche, cuidadosamente alumbrando el piso con su vela en busca de migas.
No cabe duda que acá hay algo que va más allá de una limpieza general de primavera.
El Rebe no solo examinaba su casa. Estaba examinando su ALMA. Estaba identificando cuáles deberían ser los motivos por los cuales una persona hace una limpieza para recibir la festividad de Pesaj, verificando que no hubiera ni migas ni capas de suciedad que quizás pudieran estar cubriendo nuestra alma, impidiendo así que brille con toda su luz.
Hay numerosas explicaciones acerca de la tan temida limpieza general de Pésaj. Pero para mí, el enfoque del Rebe es el que más se distingue.
Limpia a fondo la negatividad. Permite que brille tu alma.
Limpia a fondo las sugestivas influencias de la sociedad. Permite que brille tu alma.
Limpia a fondo las barreras entre tú y tus hermanos y hermanas. Permite que brille tu alma.
Limpia a fondo tus tontas inseguridades. Permite que brille tu alma.
Limpia a fondo tu ego. Permite que brille tu alma.
Limpia a fondo tu pereza. Permite que brille tu alma.
Limpia a fondo las distracciones sin sentido. Permite que brille tu alma.
Revela la luz, el brillo. Revela tu misión. Revela tus facultades. Revela el significado. Revela la luz que hay inherente en la oscuridad.
Deja que brille tu pequeña luz. Estamos en Nisán, el mes de la redención, y los judíos de todo tipo y adhesión están limpiando a fondo. Haciendo una limpieza a fondo del alma y del mundo. El mundo está empezando a estar más limpio y a brillar.
Pésaj está cada vez más cerca. Jag Sameaj para todas las hermosas familias de nuestra comunidad.                                              
Tomado y adaptado de Aishlatino.com

lunes, 19 de marzo de 2018

Artículo: LAS “MAMIS” Y “PAPIS” DE LA ESCUELA


 

Hasta donde yo me quedé, uno elige una escuela para sus hijos con base en la que es más compatible con sus necesidades y principios. Vas, preguntas, hablas, aplicas y una vez que pagas y firmas tu contrato, el siguiente paso debería de ser, según mi punto de vista: confías.

Confías en que la institución que elegiste sabe hacer su trabajo y, pensaría, que al inscribir a tu hijo estás aceptando su sistema y sus decisiones porque son las que más se asemejan a los tuyos.

Pero resulta que esto ya no necesariamente funciona así y esto, en gran parte, gracias a los famosos (y temidos) chats de los salones de la escuela.

Con todo lo que amo el WhatsApp y todas las cosas que resuelvo gracias a esa maravillosa app, los chats de las "mamis" me parecen el peor invento de la historia. Me asustan. Y no solo eso, estoy convencida de que lejos de resolver, generan mucho más conflicto y confusión que otra cosa.

Olvídense de los espeluznantes casos de mamás que discuten y se pelean en estos grupos, las que se ponen a platicar un tema entre dos personas -en medio de las 45 que conforman el grupo-, las que lo usan para vender, las que nada les parece, las que mandan fotos de la fiesta de su hijo -a la que solo invitaron a 8 del grupo-, las que no leen nada y preguntan lo mismo que les acaban de decir y las que creen que es un chat de sus amigas y no un grupo de desconocidos cuyo único objetivo (se supone) es comunicar un dato. Y, por supuesto, los 35 gracias que la gente cree que tiene que poner c-a-d-a v-e-z que se recibe un mensaje.

Todo eso es lo de menos.

Lo de más, es que los grupitos de las "mamis "nos han hecho pensar que alguien nos pidió nuestra opinión en cuanto a lo que sucede dentro de la escuela y en los salones de nuestros hijos y peor aún, que son una herramienta que nos ayuda a ser mejores papás y mamás porque podemos resolverle cualquier tema a las criaturas...

Sí.

Ahí está la mamá que no está de acuerdo porque la maestra dejó sin recreo a su chiquillo porque pobrecito (sin saber que su diablito lleva dos meses molestando a todos los compañeros y esa fue la manera de ponerle un alto). La que diario pide la tarea porque a su niñito "otra vez se le olvidó anotar ¡qué distraído!" (sin entender que la única razón por la que el "niñito" no anota es porque, obvio, está mucho más cómodo que su mamá diariamente se la consiga, y probablemente también, se la haga o participe muy activamente en hacerla). La que está muy consternada porque su hijo se sintió muy mal por no ganar el concurso de “XXX” y eso no es justo, la que está furiosa con la maestra porque les puso un examen sorpresa a los niños y estuvo "demasiado difícil... " y así miles y miles de "opiniones inconformes".

¿Cuándo nuestros papás interfirieron en nuestras escuelas?

Francamente, qué barbaridad ¡¿cómo se atreven los profesores y las escuelas a poner límites, consecuencias y pretender que los logros sean reales o que alguien repruebe una materia porque no tiene ni idea de qué va...?!

¡Indignante!

Estimados padres de familia: ¡¡reflexionen!!.

La escuela es un período de la vida, fundamental en la vida de un niño. La función principal de la escuela es ayudarlos a aprender a socializar. A vivir en comunidad. A resolver. A convivir con los que te caen bien y ¡sobre todo con los que te caen mal!. A adaptarte. Organizar. Administrar. Compartir. Esperar. Tolerar. Negociar. Pelear. Enmendar. Respetar. Asumir. Jugar. Trabajar y un millón de cosas más que nada tienen que ver con las materias que se enseñan.

La escuela es un ensayo para la vida en donde, sí, efectivamente, hay gente nefasta, gente súper simpática y buena, gente muy exigente y personas muy incompetentes. En donde se viven cosas y situaciones divertidas, aburridas o muy injustas. Donde se enfrentan retos y se llevan a cabo proyectos que nos gustan y otros que nos chocan y nos cuestan muchísimo trabajo, problemas, soluciones, oportunidades, momentos difíciles y ratos de recreo.

Para eso y mil cosas más es para lo que sirve ir a la escuela.
Y nosotros, bajo la bandera de estar "muy involucrados con los hijos" estamos impidiendo que esto se lleve a cabo.

La buena noticia es que probablemente sus niños salgan del liceo con buen promedio (¿o es de ustedes?), la mala, es que estos muchachos no van a tener “una sola herramienta” para resolver cualquier situación que se les presente en la vida.

Estamos pidiendo, resolviendo y haciendo las tareas de nuestros hijos. Metiéndonos en sus problemas con sus amigos (o peor todavía, siendo la que provoca los problemas...) Organizándoles todos sus planes (incluido su viaje de graduación que, “obvio”, se merece por todos sus esfuerzos). Pagando por que les hagan sus maquetas porque estaban muy cargados de cosas y además no sabían cómo hacerlo. Dibujando sus diagramas "porque no le salió parejito". Crucificando a cualquier profesor que ponga en duda sus capacidades o resultados y ni se diga, si pretende reprobarlo. Y lo más grave: negándonos rotundamente a aceptar que nuestro hijo pueda ser el bully, el que se robó algo, el que falta al respeto, dice mentiras o que nadie puede manejar y se le sugiere buscar apoyo externo.
Criticamos los métodos de las escuelas que nosotros elegimos. Y mandamos a la hoguera a cualquier persona que se interponga, así sea un poquito, en el camino de nuestros cachorros.

Para eso somos sus papás y que no se diga que no estamos involucrados ¡¡faltaba más!!

Ajá… Les repito….

La buena noticia es que probablemente sus niños salgan del liceo con buen promedio (¿o es de ustedes?), la mala, es que estos muchachos no van a tener “una sola herramienta” para resolver cualquier situación que se les presente en la vida.

Esto no es una idea loca mía. Es una realidad a la que se están enfrentando las universidades, los invito a informarse.

Los muchachos están llegando a la carrera sin saber hacer tareas, reflexionar, resolver, negociar con los profesores, establecer un punto, argumentar algo o presentar un proyecto. Ya ni se diga a aceptar sus resultados. Una materia reprobada es el fin del mundo.

No tienen idea de lo que es perder, ¿cómo van a saberlo, si ellos eran unos campeones? ¿cómo pasó eso?

Vaya, hay mamás que en la universidad piden hablar con los profesores para revisar las calificaciones de sus hijos. Amenazan, se enojan, tratan de comprarlos y hacen uso de todas sus herramientas de intimidación para exigir que sus hijitos -de 23 años- aprueben su materia. ¡Qué falta de vergüenza!.

En el afán de "ayudarlos" estamos poniendo en el mundo personas completamente DÉBILES emocional y socialmente. Queremos salvarlos de cualquier incomodidad y resolver cualquier problema y utilizamos el WA en parte, para poder seguir haciendo nuestras cosas y a la vez resolver, criticar, opinar… en los asuntos relacionados con la educación formal de nuestros hijos y su estadía en el colegio.

Me quedo muy corta en los ejemplos y estoy segura de que ustedes también.
Mi objetivo no es burlarme, juzgar, satanizar, ni mucho menos menospreciar el trabajo que cada papá o mamá hace. Al contrario.

Pero díganme por favor ¿cuándo nuestros papás interfirieron en nuestras escuelas? Ibas, disfrutabas, te las echabas al hombro, estudiabas, reprobabas, pasabas, sobrevivías, asumías... ay de nosotros si mandaban llamar a nuestros papás porque te pasaste en tus comentarios, bromas o tu comportamiento dejaba que desear.  
Ahora, en el mundo al revés, ¡ay de aquel profesor que pretenda llevar a cabo cualquier consecuencia que incomode un poquito al alumno porque para eso estamos sus padres y de ninguna manera se lo vamos a permitir!

#TodoMal

Me preocupa real y gravemente el impacto que esto va a tener en nuestro país (y en nuestras vidas) si seguimos por este camino y si, además, lo combinamos con los permisos y situaciones inadecuadas para la edad. El alcohol. Las drogas. Las redes. El sexo y demás ingredientes ideales para fabricar una bomba atómica social.

Lo que les quiero decir es que nuestros hijos no se van a levantar un día a los 30 años siendo personas responsables, equilibradas, empáticas, resilientes y productivas.

¡No es magia!

No se levanta uno a correr un maratón el mero día. Hay que entrenar meses para conseguirlo y nosotros estamos pretendiendo formar "campeones" sin un solo día de entrenamiento, sin un calambre, sin un esfuerzo, sin una sola pared que brincar. Creemos que trazarles el camino, quitarles cualquier piedrita y arreglarles todos sus errores va a ser suficiente. ¡No! Lo que nuestros hijos necesitan es acondicionarse. Caerse. Administrarse. Esforzarse. Chillar de frustración y volver a empezar. 

Necesitan aprender a ganar s-o-l-o-s.

El "palito uno" de ese entrenamiento es, nada más y nada menos, la escuela.
¿Cómo van a aprender nada si no los dejamos ni conseguir la tarea cuando se les olvida, armar su plan del viernes, arreglarse con su profesor, asumir la consecuencia de no estudiar o de faltarle al respeto a alguien?

¿Cómo van a saber lo que se siente lograr algo si hacemos TODO por ellos?

No "papis" y "mamis". Estar involucrados no es, de ninguna manera, meterse en los sistemas y decisiones de la escuela ni en los métodos y criterios de sus profesores. Eso se llama controlar.

Involúcrense en lo que ven en la tele, con quién están chateando a las 12 de la noche, a qué fiestas van y que no se pasen la vida pegados a una pantalla. Controlen los permisos, la clave del wifi y la cantidad de dinero que les van a dar cada semana.  Eso sí depende de nosotros y debemos hacerlo.

Lo de la manera en que la escuela hace su trabajo no nos corresponde. ¡Esa parte no nos toca a nosotros y que felicidad, una cosa menos que hacer!
Lejos de eso. Inviertan su tiempo en algo más productivo. Claro que hay que estar enterados y solo acercarse cuando hay algo muy, muy puntual o cuando el colegio solicita nuestra presencia.

Lo que sí es urgente es hacer equipo con las escuelas para educar EN CONJUNTO a nuestros hombres y mujeres del futuro, no estar armando revoluciones vía WA quejándonos de todo y sobreprotegiendo a nuestras “bebés” sin dos gramos de objetividad.

Confiar en la institución que elegimos. Alinearnos a sus decisiones y sistemas. Apoyar para que los resultados se potencialicen y soltar los papeles que no nos corresponden. Eso es lo que tenemos que hacer... eso y saber que si de plano no estás de acuerdo con la escuela que elegiste siempre puedes buscar otra opción...

¡Zapatero a tus zapatos... por favor!

Tomado de: L’amargeitor en huffingtonpost.com
 Este contenido representa la opinión del autor
y no necesariamente la de HuffPost México.




lunes, 12 de marzo de 2018

Artículo: EL CHANTAJE NO ES EL CAMINO PARA EDUCAR.




De todas las cosas por las que nos preocupamos los padres, hay una que se lleva la guinda del pastel. Y es, obviamente, la salud de nuestros hijos.

Estamos a la última siempre de todas las informaciones respecto a la mejor alimentación, las vacunas, la higiene, etc. Los llevamos a los mejores pediatras, oftalmólogos, dentistas…, leemos muchos artículos sobre salud, formamos parte de numerosos grupos en redes sociales para que no se nos escape nada, comentamos las últimas noticias con los demás padres de la escuela de nuestros hijos, etc.

Como es lógico, su bienestar es lo que más nos preocupa y ocupa. «Por un hijo lo que sea», solemos decir.

Y es que, verdaderamente, así debe ser, ya que desde que nos convertimos en padres somos los responsables de la salud de nuestros hijos a todos los niveles. Es muy común, pues, que en todos los hogares intentemos instaurar unos buenos hábitos para que los hijos entiendan la importancia de cuidar su salud.

Y es precisamente en momentos como los de la enseñanza y el aprendizaje de estas pautas en torno a la salud cuando surgen muchos de los conflictos entre padres e hijos, y en donde los primeros pierden los nervios, se estresan y chantajean a los segundos constantemente.

Frases tan negativas como:
·       Lávate los dientes ya o no te permito ver TV.
·       Como no te comas todo, no iremos al cine esta tarde.
·       Me tienes harto con el «no me quiero lavar las manos», voy a dejar de quererte.
·       Y así un largo etcétera.

Estos chantajes son reales y habituales en la vida de muchas familias. Y lo peor es que no solo es por el tema de la salud, ha llegado a un punto en el que se chantajea a los niños absolutamente por todo.
El chantaje emocional tiene serias consecuencias en la vida presente y futura de los hijos. Entre otras, provoca complejo de inferioridad y falta de autoestima, estrés y depresión, dificultades sociales, problemas de aprendizaje y de concentración, miedos y fobias, tristeza, creerse incapaces de muchas cosas que les gustaría hacer en la vida…

Cuando chantajeamos a los hijos nos convertimos en sus manipuladores, personas que mueven los hilos de otras, obligando sutilmente a estas a que hagan lo que ellos quieren para conseguir su objetivo.
El chantaje hacia los niños está tan integrado en la sociedad que se ha llegado a normalizar. Vemos absolutamente natural cuando una madre en un centro comercial decide decirle a su hija: «Como llores porque no te compro este juguete». No solo lo entendemos como normal, sino que hay veces en las que nos provoca risa el ver a esa niña dejar de llorar ipso facto, pensando realmente que se va a quedar sin regalos.

Esto indica que tenemos un grave problema como sociedad. Cabe resaltar, que cuando chantajeamos a los hijos les estamos enseñando que el chantaje es correcto y positivo para comunicarse y relacionarse.

He leído cientos de artículos que dan pautas a los padres sobre qué hacer cuando sus hijos los chantajean emocionalmente, ya que les preocupa seriamente esta actitud en ellos. En ninguna de estas pautas se indica la única válida: dejar de educarlos mediante los chantajes. Los hijos aprenden a chantajear emocionalmente si se los chantajea durante su infancia y/o adolescencia; jamás podrán cambiar esto si se los sigue chantajeando. Y si se ha hecho con asiduidad lo que conlleva un gran trabajo de reeducación (por parte de los padres) para que sus hijos también reaprendan maneras nuevas de comunicarse y, por tanto, tengan otra actitud ante la vida.

Por tanto, dejar de chantajear no es fácil, como decía, es algo que tenemos muy asumido; pero no es imposible. Todo lo contrario, es posible y aporta un gran cambio – a mejor - en nuestras vidas.

Si queremos hijos respetuosos, empáticos y con buena autoestima, que sepan relacionarse, con objetivos ante la vida, alegres, colaboradores, tolerantes, que se respeten a sí mismos y al resto... y, en definitiva, que sean felices, debemos dejar de utilizar el chantaje con ellos.
¿Cómo podemos dejar de utilizar estas maneras dañinas y perjudiciales?
Para ello es necesario realizar una reflexión profunda sobre cómo educamos y tener el firme objetivo de querer cambiar y mejorar, ya que va a conllevar un esfuerzo importante pero que, por supuesto, vale la pena por ellos y por nosotros.

El chantaje es algo muy profundo, una herida abierta para siempre.
Provoca miedo y dolor y, por supuesto, esto es lo que enseña.


Tomado de Serpadres.com