lunes, 25 de junio de 2018

Artículo: LO QUE PIENSAN LOS DEMÁS.



La adolescencia es el momento en el que los muchachos son plenamente conscientes de su individualidad. A partir de ahí comienza a formarse la personalidad y algunos de los rasgos de esa personalidad se fijarán casi de forma permanente en esta edad y precisamente por esto, es importante la imagen de sí mismos que tienen los adolescentes. Porque a partir de esa imagen van a crear su personalidad.
En esa imagen influye en lo que ellos piensan sobre sí mismo, es decir cómo se ven y también lo que creen que piensan los demás, y cómo creen que éstos los ven.
El problema con este último aspecto es que los adolescentes tienen muchas veces una opinión distorsionada sobre la imagen que los otros tienen de ellos.  No es extraño encontrar adolescentes  tímidos o que tienen algún problema de autoestima. Y esas características de la personalidad adolescente distorsionan la idea de su propia imagen y pueden influir negativamente en el desarrollo de su personalidad.
Lo más habitual en la adolescencia es que los muchachos den una importancia excesiva a lo que creen que los demás opinan sobre ellos. En unos casos de forma evidente y, en otros, de forma oculta.
  • Los amigos. En el caso del grupo de iguales, la mayoría de los chicos no tienen ningún problema en mostrar abiertamente que les importa mucho la opinión que el grupo tenga sobre ellos. Por esa razón, lo habitual entre los adolescentes es que muestren un comportamiento gregario, que imiten al resto de sus amigos en sus opiniones, apariencia, gustos, entre otros aspectos…
  • Los padres. La mayoría de los adolescentes también aparentan una distancia con las opiniones de sus padres que no es real. Está científicamente demostrado que la opinión de los padres es la más importante para la mayoría de los adolescentes en cuestiones trascendentales y sobre su futuro. Pero también les importa, aunque lo disimulen, lo que sus padres opinan sobre todo lo demás. Por eso es muy importante que los padres lo tengan en cuenta. Mostrar a los hijos adolescentes amor, respeto y apoyo es lo que hará que crezcan con una buena autoestima.
  • Los maestros. La opinión de los maestros también es muy importante para los adolescentes. Incluso de algunos de ellos puede ser trascendental. Por esa razón es importante que los maestros de los adolescentes tengan en cuenta este hecho. El trato de éstos hacia los muchachos es fundamental.
  • Otros adultos. La mayoría de los adolescentes se relacionan con otros adultos: parientes, entrenadores, amigos de la familia y siempre suele haber alguno entre ellos con el que tienen una relación más estrecha. La opinión de todos cuenta para ellos pero contará más la de esa persona con la que tienen más cercanía. Es muy importante que los padres del adolescente sepan quién es esa persona porque puede ayudarles a formar el carácter futuro del adolescente con mayor seguridad.
Adaptado de About.com

lunes, 18 de junio de 2018

Artículo: La Importancia de Ser Padre.


A propósito del día del padre, creo que una manera de honrarlo es reconociendo el legado que él ha dejado en cada uno de nosotros. Por esta razón  los invito a que piensen en esta pregunta: ¿Qué ha aprendido Usted de su padre?. También les comparto algunas  recomendaciones para los papás de hoy. Lo que yo aprendí del mío es un optimismo a prueba de toda adversidad y una inmensa generosidad y capacidad para servir a otros; valores que confío haber  transmitido también a mis hijos.
Ser padre, aunque a veces parezca difícil, se puede convertir en una experiencia muy placentera  y gratificante que parte de reconocer la gran  influencia que tiene su presencia activa y constante en el desarrollo físico y emocional de los niños y jóvenes y  la importancia de establecer un vínculo sólido de afecto, comunicación y cercanía entre padres e hijos.
La paternidad es algo que se construye día a día. Esto significa que con un poco de voluntad, mucho amor y otro tanto de paciencia, es posible aprender a ser unos buenos padres.  No se tiene un manual de cómo serlo debajo del brazo y mucho menos en estos tiempos. Pero algunas actitudes contribuyen a este propósito:
- Ser una autoridad firme, constante y comprensiva, lo que se traduce en establecer límites, resolver a tiempo los problemas, evitar los castigos físicos y  las recompensas permanentes (no solucionarlo todo con regalos o dinero) y dar ejemplo de las actitudes y valores que se quieren formar. Es ser una guia y control para los hijos, pero dentro de una relación basada en el respeto.
- Compartir con los hijos, jugar con ellos, hacer deporte, conversar, hacer chistes, son actividades que todos los niños disfrutan con sus padres y que además, los hace sentir que el papá no solo es alguien distante que llega agotado de trabajar y al que solo hay que rendirle cuentas de cómo se comportan durante el día.
 El amor de un padre a su hijo se expresa a través de muchas maneras: mostrar interés permanente en conocerlos, ser  sensible a sus necesidades emocionales; exigirle lo esperado para su edad y personalidad, estimularlo a mejorar, a tener metas y a esforzarse por alcanzarlas, aceptar  que se puede equivocar y confiar en lo que el niño o joven elija.
 - Compartir con los hijos no es necesariamente salir de paseo, pasar interminables jornadas en el centro comercial, ir al cine o estar todo el día en la calle con ellos. Los buenos momentos en casa dejan en ellos huellas imborrables. Una simple sonrisa, una palabra, una palmadita de aprobación en la espalda o un abrazo tienen el poder de transmitir reconocimiento, atención y afecto.
 - Ser un modelo digno de imitar. Los niños aprenden a través de su comportamiento, el cómo tratar a los demás, cómo enfrentar los problemas y frustraciones, actúar con dignidad etc. El padre es el primer referente masculino que tienen los hijos. Cuando esta identificación es adecuada,  tanto los niños, como las niñas tienen mayores posibilidades de estructurar plenamente su identidad y aprender cómo reaccionar,  qué esperar y cómo tratar a las personas con las que se relacionan a lo largo de la vida. 
En fin existen muchas razones para construir una relación de confianza, amor y cercanía entre padres e hijos, pero sobre  todo que éstos últimos constituyen una fuente inmensa de disfrute y alegría que los padres no deberían perderse.
Feliz Día del Padre!
Tomado de: inteligenciafamiliar.com

lunes, 11 de junio de 2018

Artículo: ¿Qué se hicieron los buenos modales?


Al parecer, los modales ya no son tan importantes en la educación actual. Ciertos padres prefieren enfatizar en otras áreas y creen que los modales son simples “formalismos” que no valen la pena desgastarse en ellos; ¡fatal error! Detrás de todo esto hay una gran falta de respeto por la persona.
Las buenas maneras son la expresión de lo mejor que hay en nosotros para darnos a los demás, como una muestra de respeto y atención, ubicándonos ambas partes en el mismo nivel y dándole a entender al otro que es tan valioso como lo soy yo. Además, expresan el nivel de conciencia que tenemos hacia la dignidad de los otros.
 ¿Y qué pasa con la sociedad moderna?
 El no cumplimiento de la normas de tránsito; la impuntualidad; el comportamiento inadecuado en las aulas; la ausencia de palabras como “buenos días”, “gracias”, “hasta luego”; la manera de comer de los niños y jóvenes; el mal uso del celular y demás gadgets en reuniones, teatros; la ausencia de urbanidad en los buses con ancianos o mujeres embarazadas; la falta de cortesía entre vecinos, compañeros de trabajo, de estudio…   Son muestras de falta de educación del día a día que cada vez se hacen más presentes, todo da a entender que ya no existe la conciencia suficiente de su importancia, como sí lo era hace algunas décadas. Basta con recordar la insistencia permanente que hacían los padres y abuelos en la adecuada conducta social.
 Adicional a esto, también hay que darle cabida al hecho de que los padres están fuera de los hogares la mayor parte del tiempo, cuando sabemos que algunos de los factores determinantes en el aprendizaje de estas conductas son la observación y el ejemplo, y si los padres están ausentes… ¿de quién aprenderá?
Tampoco olvidemos la pérdida de la tradicional cena familiar, pues es común observar que ahora cada quien come en su habitación o en el horario que más se le acomode, dejando de lado la mejor ocasión para enseñar buenos modales a los hijos.
 La invitación entonces, es a preservar los espacios existentes y crear nuevos, en donde los padres interactúen con sus hijos y no deleguen la enseñanza de los buenos modales a nada ni nadie –incluido el colegio-. Igualmente es crucial el buen ejemplo que reciban de los adultos cercanos, pues de qué vale reclamarles a los hijos que no hablen mientras coman, escuchen a quien les habla, saluden, apaguen el celular durante el rezo; si los padres salen en el auto y no dan paso al peatón o al subir al ascensor no dan una sonrisa amable a los demás. Hay que tener presente que los hijos siempre están en permanente observación de sus principales modelos: los padres.
 10 Tips de cortesía y buena crianza
 La puntualidad es cultura y por consiguiente ser impuntuales crea malestar, además del abuso del tiempo del otro. Hay que sembrar en los hijos este buen hábito desde que son pequeños; claro está que en las primeras edades, la tarea será exclusiva de los padres, ya que los niños no tienen la autonomía necesaria y serán los adultos quienes deban llevarlos a tiempo al colegio, clases extra curriculares, citas médicas, cumpleaños de amigos, etc. Recuerde que: “ llegar justo a tiempo es llegar tarde”
El saludo debe convertirse en un hábito de la vida diaria y debe aplicarse a todas las personas con la que nos topamos a diario (cónyuge, hijos, empleada, portero, jefe, compañeros de estudio o trabajo, desconocidos, etc.)
 Los gritos y las malas palabras, además de una falta de respeto, denotan desequilibrio emocional y falta de autocontrol. No hace falta su utilización, con calma y buenos argumentos se llega más lejos.
 Saber comportarse al tomar los alimentos, es una expresión básica que merece toda la atención del caso. Las comidas diarias de toda familia, son la mejor oportunidad para educar a los hijos en la buena conducta en la mesa. Asimismo, se le debe hacer igual acento tanto a las cenas en restaurantes o casas ajenas, como en las del propio hogar.
 Las personas mayores, con discapacidades físicas, familias con niños o mujeres embarazadas, tienen prelación en los puntos de pago, estacionamientos, ubicación en sitios públicos, entre otros. Un muy buen gesto de urbanismo es cederles el asiento a estas personas o dejarlas adelantar en las filas de espera.
Mirar a los ojos a quien nos habla, denota que se le está prestando toda la atención, como también es un indicio de autoconfianza y autoestima.
 El sonido de un celular en medio de una clase, conferencia, reunión, cita, película, rezo… desconcentra a quien está hablando y causa desagrado en los demás.
 Buen gusto en el vestir, de acuerdo a la ocasión, de tal manera que la presentación personal sea expresión de la valía personal y del respeto a los demás.
 La postura corporal es un lenguaje no verbal de gran impacto y debe ir acorde al contexto en el que se esté presente.
 Una sonrisa siempre será un gesto amable y de buen gusto.
 Fuentes: La falimila.com, revista Hacer Familia, enbuenasmanos.com

lunes, 4 de junio de 2018

Artículo: Disciplina con amor a cualquier edad: la fórmula perfecta.












En los últimos años, se ha convertido para los padres de familia en una difícil tarea el mantener la disciplina en el hogar con la asertividad necesaria que esta requiere. Se entiende por "disciplina" el entrenamiento adecuado para desarrollar auto-control.
En determinado momento usted querrá que sus niños desarrollen su propia habilidad para guiar sus propias acciones y comportamientos, de una manera apropiada en todas las situaciones, inclusive cuando usted no esté presente. Esto puede hacerse únicamente si usted enseña poco a poco desde la niñez, haciéndolo con firmeza pero sin dejar de lado el cariño y el planteamiento de reglas claras y justas. Empiece cuando sus niños son aún bebés. Recuerde que el mundo es totalmente diferente de cuando usted era joven. Sus niños necesitarán aprender diferentes habilidades y destrezas.
Dirigir el comportamiento de sus niños es un trabajo un poco pesado, pero también es el trabajo más importante de la familia. Los niños necesitan su ayuda para aprender a comportarse.
Recordemos que los padres somos los modelos para nuestros hijos e imitan todo comportamiento. La disciplina y supervisión cambian con la edad de sus niños. Los niños pequeños demandan más tiempo para guiarlos en la manera de comportarse. Los niños mayores también necesitan de una guía, pero el tiempo y número de veces son menores cada día. Usted necesita disciplinar y guiar el comportamiento de sus niños de manera respetuosa, firme y real, inclusive si usted se siente ansioso y enojado. Evite hacerlo cuando se encuentre de mal genio porque podría lastimar el auto estima de su hijo.
Durante todas las etapas de desarrollo, los niños necesitan saber anticipadamente lo que se espera de ellos y los comportamientos que son inaceptables. Los niños pequeños no siempre entienden las palabras que usted habla, aunque les diga lo que espera de ellos; observe lo que pueden soportar. Recuerde que cuando el comportamiento y la atención del niño no contribuyen a la realización de alguna actividad, usted necesita intervenir. Por ejemplo, cuando lleve a sus niños pequeños de compras, mire cuidadosamente las cosas que son capaces de tolerar. Ir de compras es divertido por corto tiempo; luego los niños necesitan hacer alguna otra actividad. A los mayores, déjeles saber de antemano lo que espera de ellos. Recuerde traer libros, crayones, juguetes o cualquier otro artículo que les será de interés y los mantendrá ocupados. Estas actividades divertidas e interesantes, crearán la oportunidad de obtener comportamientos apropiados de sus niños.
Padres, familiares y maestros tenemos la responsabilidad de enseñarles a los niños las reglas de comportamiento y las costumbres establecidas por nuestra sociedad.
La palabra disciplina debe ser vista como enseñanza, diálogo, orientación, dirección, refuerzo, reconocimiento, entre otros.
El amor es lo que hace la diferencia entre castigo y corrección.
Cuando los padres enfadados pierden el control y aplican el castigo con palabras fuertes y con gritos, difícilmente logran corregir el error o la mala tendencia del niño, lo que logran es que el niño quede asustado de momento, pero interiormente no ha hecho ningún propósito de cambiar.
Mientras más se sienta amado un niño, más fácil es disciplinarlo. La razón es que un hijo tiene que identificarse con sus padres a fin de aceptar su orientación sin resentimientos ni hostilidad, sin hacer resistencia pasiva. Si el hijo no se identifica con sus padres, creará resentimiento, en lo que se refiera a la autoridad, se inclinará por entero a hacer exactamente lo opuesto a lo que se espera de él.
Si queremos disciplinar a un niño guiándolo hacia una buena conducta, el primer paso en ese proceso no es el castigo, hay que hablar con firmeza y cariño a la vez.
Adaptado de LaFamilia.info