En los últimos años, se ha convertido para los padres de familia en una difícil tarea el mantener la disciplina en el hogar con la asertividad necesaria que esta requiere. Se entiende por "disciplina" el entrenamiento adecuado para desarrollar auto-control.
En
determinado momento usted querrá que sus niños desarrollen su propia habilidad
para guiar sus propias acciones y comportamientos, de una manera apropiada en
todas las situaciones, inclusive cuando usted no esté presente. Esto puede
hacerse únicamente si usted enseña poco a poco desde la niñez, haciéndolo con
firmeza pero sin dejar de lado el cariño y el planteamiento de reglas claras y
justas. Empiece cuando sus niños son aún bebés. Recuerde que el mundo es
totalmente diferente de cuando usted era joven. Sus niños necesitarán aprender
diferentes habilidades y destrezas.
Dirigir el comportamiento de sus niños es un trabajo un poco pesado,
pero también es el trabajo más importante de la familia. Los niños necesitan su
ayuda para aprender a comportarse.
Recordemos
que los padres somos los modelos para nuestros hijos e imitan todo
comportamiento. La disciplina y supervisión cambian con la edad de sus niños.
Los niños pequeños demandan más tiempo para guiarlos en la manera de
comportarse. Los niños mayores también necesitan de una guía, pero el tiempo y
número de veces son menores cada día. Usted necesita disciplinar y guiar el
comportamiento de sus niños de manera respetuosa, firme y real, inclusive si
usted se siente ansioso y enojado. Evite hacerlo cuando se encuentre de mal
genio porque podría lastimar el auto estima de su hijo.
Durante
todas las etapas de desarrollo, los niños necesitan saber anticipadamente lo
que se espera de ellos y los comportamientos que son inaceptables. Los niños
pequeños no siempre entienden las palabras que usted habla, aunque les diga lo
que espera de ellos; observe lo que pueden soportar. Recuerde que cuando el
comportamiento y la atención del niño no contribuyen a la realización de alguna
actividad, usted necesita intervenir. Por ejemplo, cuando lleve a sus niños
pequeños de compras, mire cuidadosamente las cosas que son capaces de tolerar.
Ir de compras es divertido por corto tiempo; luego los niños necesitan hacer alguna
otra actividad. A los mayores, déjeles saber de antemano lo que espera de
ellos. Recuerde traer libros, crayones, juguetes o cualquier otro artículo que
les será de interés y los mantendrá ocupados. Estas actividades divertidas e
interesantes, crearán la oportunidad de obtener comportamientos apropiados de
sus niños.
Padres,
familiares y maestros tenemos la responsabilidad de enseñarles a los niños las
reglas de comportamiento y las costumbres establecidas por nuestra sociedad.
La
palabra disciplina debe ser vista como enseñanza, diálogo, orientación,
dirección, refuerzo, reconocimiento, entre otros.
El amor es lo que hace la diferencia entre
castigo y corrección.
Cuando
los padres enfadados pierden el control y aplican el castigo con palabras
fuertes y con gritos, difícilmente logran corregir el error o la mala tendencia
del niño, lo que logran es que el niño quede asustado de momento, pero
interiormente no ha hecho ningún propósito de cambiar.
Mientras
más se sienta amado un niño, más fácil es disciplinarlo. La razón es que un
hijo tiene que identificarse con sus padres a fin de aceptar su orientación sin
resentimientos ni hostilidad, sin hacer resistencia pasiva. Si el hijo no se
identifica con sus padres, creará resentimiento, en lo que se refiera a la
autoridad, se inclinará por entero a hacer exactamente lo opuesto a lo que se
espera de él.
Si queremos disciplinar a un niño guiándolo hacia una buena conducta, el
primer paso en ese proceso no es el castigo, hay que hablar con firmeza y
cariño a la vez.
Adaptado de LaFamilia.info
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