domingo, 24 de enero de 2016

Artículo: NUTRIENDO EL POTENCIAL INHERENTE A NUESTROS NIÑOS - Analogía con Tu Bishvat

No existe mejor parábola para criar a un hijo que cuidar de una valiosa semilla hasta que se convierte en un árbol. Dios la deposita en nosotros para que asistamos durante su desarrollo y crecimiento. No elegimos su tipo, no controlamos su proceso de crecimiento, sólo damos lo mejor de nosotros para que reciba lo que necesita para crecer y florecer. Y nos sentamos y observamos. Quizás esta es la razón por la cual la palabra hebrea para descendencia es zera, que significa ‘semilla’.
Algunos de nosotros recibimos semillas que requieren un poco de trabajo y atención, mientras que otros reciben semillas un poquito más complejas. No debemos frustrarnos y enojarnos con la “semilla” ni con Quien nos la dio, sino cumplir nuestro rol específico en nuestra misión especial. Con seguridad, gritarle a la semilla “¿¡Qué te pasa!? o ¿¡Por qué no creces aún!?”, sólo retardará su desarrollo.
El crecimiento de nuestros hijos y los plazos están fuera de nuestro control. Nuestro objetivo es nutrirlos tanto como podamos. Los queremos por lo que son. Los regamos, les damos luz. Que no veas un crecimiento inmediato no significa que en este momento no esté ocurriendo nada.
Cuando vemos una planta asomar a la superficie, no significa que el proceso comenzó en ese momento. Ha estado ocurriendo durante meses, sólo que no era visible aún. Año a año vemos un niño en quinto año que estudia y crece, mientras que en cuarto año su desempeño era pobre. ¿Acaba de despertar? ¡No! Sólo llevó tiempo hasta que estuvo listo para procesar todo el crecimiento interno y traducirlo en acciones externas.
 Si tuviésemos más conocimiento sobre el proceso real de crecimiento de nuestros hijos y de las personas en general, advertiríamos la situación interna y nos alegraríamos. A veces un padre siente que no ve ningún cambio significativo; quizás está mostrando un poquito más de cortesía en el hogar; tan sólo un poquito. En ese momento, debemos pensar: “Eso es excelente. Es una señal de que está ocurriendo un crecimiento interno real. Está madurando. Con la ayuda de D-os, veremos más en el futuro”. Por otra parte, si advirtiéramos las cosas negativas nacientes mucho antes de que lleguen a la superficie, podríamos intervenir y ayudar en una etapa más temprana.
Como padres y educadores, nuestro enfoque no debería estar en la producción del fruto, sino en nutrir la semilla. Si uno manipula el árbol de manera no sana, para que produzca frutos antes de estar listo, su producción a largo plazo y, casi siempre también a corto plazo, sufrirán. Debemos enfocarnos en darle abundante agua y luz, y debemos permitirle a cada niño florecer a su manera y a su tiempo.
Cada muestra de amor es otro rayo de luz. Cada palabra positiva es otra gota de agua. Cada experiencia positiva contribuye a la materialización del potencial de la semilla. Por otro lado, cada experiencia negativa daña.
No hay duda de que estamos viviendo tiempos turbulentos. Las tormentas que nos rodean soplan vientos cada vez más fuertes. Y si bien debemos hacer nuestro mejor esfuerzo para bloquear todos los vientos que podamos, la única solución real y a largo plazo es cultivar un árbol con raíces profundas y fuertes. Si no, estará en riesgo de que las tormentas lo arranquen si no hay raíces que lo mantengan aferrado al suelo.
Los padres y los educadores deben creer firmemente en el potencial de toda semilla que reciban. Deben confiar en que, si le dan todo lo que necesita para florecer, terminará siendo un árbol maravilloso que dará frutos hermosos, porque lo hará. Puede que haya un largo período invernal, en el que nada salga a la superficie, pero deben darse cuenta que sus esfuerzos no son en vano. Están cultivando; la semilla está creciendo. Tenemos que tener en mente que, a veces, el fruto más preciado es el que más tarda en madurar.  
Tomado y adaptado de Aish.com p/ R. Moshe Don Kestenbaum

lunes, 18 de enero de 2016

Artículo: ¿QUÉ CLASE DE ATENCIÓN?


Nada nos pone más ansiosos que la educación de nuestros hijos. Estamos constantemente cuestionando nuestras propias decisiones, agonizando por cada acción, por cada palabra. Leemos libros y asistimos a clases buscando las respuestas mágicas, desesperados por hacer lo correcto.
Debido a que son tan preciados para nosotros, no podemos evitarlo. Terminamos leyendo uno y otro artículo, asistiendo a cada taller, llamando a amigos y a profesores para pedir consejo. Todo está, por supuesto, en las manos de Dios, pero hay algunos principios que son universales. Este es sólo uno de ellos:
Los niños requieren desesperadamente nuestra atención. Sabemos que si no la consiguen de la forma correcta ellos la buscarán de la forma incorrecta. También sabemos que debemos alentarlos y reforzar conductas apropiadas. Sin embargo nos equivocamos frecuentemente en este aspecto. Ignoramos al niño que se está comportando bien porque estamos ocupados reprendiendo o lidiando con aquel que no se está comportando adecuadamente.
Es crucial darles a nuestros hijos atención por hacer lo correcto y no por hacer lo incorrecto. Esto no es solamente para que no busquen nuestra atención en formas negativas, sino también porque a veces los niños que se comportan bien son descuidados por las necesidades de aquellos que se comportan no tan bien.
Nunca olvidaré un empleo de verano que tuve una vez en la universidad. Uno de mis compañeros de trabajo, otro estudiante, siempre llegaba tarde. El único día de todo el verano en que llegó a la hora, todos se dieron cuenta y lo felicitaron. Yo no obtuve nada de crédito por llegar a tiempo todos los días. Este no fue un trauma serio pero sí me enseñó una lección sobre educación. Si nos enfocamos en el niño que está comiendo con las manos en vez del que está comiendo ordenadamente, el niño que está luchando con sentarse y hacer su tarea por sobre el alumno estrella, podemos transmitir el mensaje equivocado. Podemos desalentar al niño que se comporta apropiadamente y alentar al otro a continuar con sus acciones “no tan ideales”.
Es un balance, pero debemos tener cuidado de “hacia donde se carga la balanza”. Es verdad que debemos pasar más tiempo en la tarea de matemáticas del niño que no entiende la materia, sin embargo no podemos olvidar elogiar al que sí entiende. No podemos asumir que ellos valoran sus logros, y con certeza no sabrán que nosotros lo hacemos a menos de que lo expresemos verbalmente.

Todos los niños, los inquietos y los pasivos, los estudiantes estrella y los estudiantes promedio, los amables y los egoístas, están buscando desesperadamente nuestro amor y atención. Nuestra labor – fácil de decir y difícil de hacer – es darles esto.
Tomado y adaptado de Aish.com / por: Emuna Braverman

domingo, 10 de enero de 2016

Artículo: LOS HIJOS Y EL DESPERTAR DE LA VOLUNTAD




Cuando un niño transita la vida y su crecer con “el pie derecho”, y es educado y guiado por personas comprensivas, piadosas y alentadoras que saben despertar en él el deseo de hacer cosas buenas, entonces el éxito que tenga ese niño es también un logro personal de sus padres y educadores.

Para esto lo principal es formar la VOLUNTAD. No es ningún acto heroico definir que el problema del niño es “tal cosa” o “tal otra”, o decirle qué hacer y qué es lo que no está haciendo bien, declamar grandes discursos mostrándole que no deben hacerse las cosas de cierta manera, eso lo hace cualquiera.

La verdadera sabiduría en educación es saber despertar en el niño la voluntad, las ganas, darle la fuerza necesaria para cambiar lo que no está bien, darle la posibilidad de acercarse a cosas que todavía le son lejanas, ayudarle a construir su personalidad.

Cuando un niño presenta una dificultad, lo único que necesita son herramientas.
Aportarle herramientas y construir la voluntad y las ganas son la principal sabiduría en la educación de los hijos. Cuando logramos esto, los actos llegan sólos.

¿Cómo lograr despertar la voluntad?

·      Centrar la atención en sus puntos buenos. Lo primero es poner a un lado lo que el niño “no hace” y y enfocarnos en lo que “sí hace”, aquellas cosas en las cuales tiene éxito. De esta menera se fortalecen también sus puntos débiles.

·      Fijarle metas simples y a corto plazo. Si le ponemos metas sencillas que sabemos que podrá conseguir y cuando lo logra lo animamos y aplaudimos, estamos fomentando su seguridad y confianza en sí mismo así como el deseo de seguir intentando hacer las cosas. Le hacemos sentir que es capaz y que sus logros son reconocidos. Entonces se le puede alentar para desear dar un paso más grande.

Ejemplo:
Decimos que lo principal es pedirle al comienzo cosas pequeñas que pueda lograr con facilidad y una vez que las logra alentarlo: “Lo has logrado!”..
Después es necesario despertar en él las ganas de lograr más cosas y podemos decir: “Si sigues así se abrirán para tí las puertas del éxito!” “Ahora mismo estamos abriendo el portón y yo estaré a tu lado en este camino!, si no lo consigues lo intentaremos nuevamente y yo te ayudaré. No me apartaré de tu lado hasta que estemos rumbo al éxito.!”

Esta es nuestra tarea, fortalecer en el niño el “querer hacer” y darle confianza en que tendrá éxito en lo que haga. Todo depende de la voluntad. Cualquier logro depende del deseo y de la confianza que tenga en sí mismo para lograrlo.
Se puede elevar el alma de un niño y alentarlo a hacerla brillar si logramos insuflar en él un aliento de vida, las ganas y la firme voluntad de hacer el bien.


Extraído y adaptado de “Educación con Amor” de Rab. Shalom Arush



lunes, 4 de enero de 2016

Artículo: AYUDA A TU HIJO A PREPARARSE PARA EL REGRESO A CLASES



El regreso al colegio puede ser un momento de difícil adaptación para algunos estudiantes. Implica el final de un período lúdico en que tanto niños y padres estuvieron más relajados, sin prisas para irse a la cama, sin tener que madrugar. Es por esto que hay que prepararse para que el reajuste a la vida ordinaria transcurra sin mayores alteraciones.  En este punto los padres juegan un papel fundamental; de la forma cómo ellos estimulen y motiven al hijo, dependerá en gran parte su actitud positiva ante el comienzo de las actividades escolares.
 Es comprensible que retornar a la vida ordinaria cueste un poco a los chicos, incluso también sucede con los adultos.  De acuerdo con la Sociedad Norteamericana de Pediatría, algunos niños experimentan los primeros días de regreso al colegio ''ansiedad de separación'' de todo lo que les rodeó durante las vacaciones. Según Roxana Riscosa, psicóloga infantil, algunos niños expresan su rechazo al nuevo cambio a través de reacciones como quejarse de dolores físicos (cabeza o estómago) para evitar ir al colegio, hasta negarse a dormir o a estar solos.

¿Cómo matizar el cambio?

Las siguientes sugerencias ayudarán a hacer de ésta, una experiencia agradable para padres e hijos.

1.- Retomar los horarios.
Comience antes de que se acaben las vacaciones a imponer hábitos similares a los de los días escolares. Los períodos de recreación como las vacaciones, son más propensos a carecer de rutinas y horarios, por tal motivo el levantarse temprano para ir al colegio, es uno de los factores que representan mayor dificultad para los niños. Por eso es conveniente que durante los últimos días de descanso, envíe a los chicos a la cama temprano, establezca los mismos horarios de comida de cuando están en el colegio; dediquen un espacio diario a actividades como escritura, lectura; de este modo se atenuará el cambio.

2.- Actitud positiva de los padres. 
En imitación a nuestras reacciones, conversaciones y comportamientos, se fijará la postura de nuestros hijos con respecto al inicio de otro ciclo escolar, de ahí la importancia de ayudarles a afrontarlo de una manera positiva, hablándoles de lo divertido que será estar nuevamente con sus compañeros, de cuantas cosas podrán aprender y de los nuevos  retos y excursiones escolares que podrán tener; de esa manera estará transmitiéndoles confianza y destacando los cambios positivos que tendrán.

3.- Reforzar hábitos de responsabilidad. 
Aunque se encuentren en vacaciones, el asignarles encargos sencillos como sacar la basura o tender su cama, contribuirá a no partir de cero para retomar rutinas, responsabilidades y disciplina.

4.- Adquirir los útiles escolares y uniformes con tiempo. 
Hágalos partícipes del proceso previo a la entrada a la escuela como en la elección de sus cuadernos, libros, loncheras y mochilas; la comprar de los libros, ordenar la ropa o el uniforme, y llevarlos al colegio por lo menos el primer día.

5.- Aprovechar el tiempo restante para estar en familia. 
A una semana del inminente regreso a clases se pueden programar actividades familiares que fomenten la unión y la calidez del hogar, generando seguridad y emociones afectivas en los niños; recordemos que los padres son piezas claves en el desarrollo social y académico de los niños. Si los niños son muy pequeños  y usted ha estado con ellos todo el tiempo en este periodo de vacaciones, practique separaciones breves con ellos antes de que comiencen las clases, dejándolos un par de horas en casa con algún adulto responsable sin estar usted presente.

6.- También vuelven las tareas 
Adaptarse de nuevo a las tareas escolares es otro de los aspectos más difíciles del regreso al colegio. Se ha de ayudar al niño para que asuma esta responsabilidad con una mentalidad positiva y decidida.  Es importante que los chicos no tomen los deberes como un castigo sino como un proceso más en su educación. Hay que apoyarlos en sus tareas pero no hacerlas por ellos, y la mejor forma de ayudarles es estableciendo un horario de estudio desde la primera semana sin ir a bajar la guardia a lo largo del año, además proporcionarles un espacio cómodo que cumpla con las condiciones de un lugar de estudio y brindarles nuestra orientación en ciertas asignaturas.


Adaptado de: queo.com.mx y  GuiaInfantil.com