Al
parecer, los modales ya no son tan importantes en la educación actual. Ciertos
padres prefieren enfatizar en otras áreas y creen que los modales son simples
“formalismos” que no valen la pena desgastarse en ellos; ¡fatal error! Detrás
de todo esto hay una gran falta de respeto por la persona.
Las buenas maneras son la expresión de lo mejor que hay en nosotros para
darnos a los demás, como una muestra de
respeto y atención, ubicándonos ambas partes en el mismo nivel y dándole a
entender al otro que es tan valioso como lo soy yo. Además, expresan el nivel
de conciencia que tenemos hacia la dignidad de los otros.
¿Y
qué pasa con la sociedad moderna?
El
no cumplimiento de la normas de tránsito; la impuntualidad; el comportamiento
inadecuado en las aulas; la ausencia de palabras como “buenos días”, “gracias”,
“hasta luego”; la manera de comer de los niños y jóvenes; el mal uso del
celular y demás gadgets en reuniones, teatros; la ausencia de urbanidad en los
buses con ancianos o mujeres embarazadas; la falta de cortesía entre vecinos,
compañeros de trabajo, de estudio… Son muestras de falta de
educación del día a día que cada vez se hacen más presentes, todo da a entender
que ya no existe la conciencia suficiente de su importancia, como sí lo era
hace algunas décadas. Basta con recordar la insistencia permanente que hacían
los padres y abuelos en la adecuada conducta social.
Adicional
a esto, también hay que darle cabida al hecho de que los padres están fuera de
los hogares la mayor parte del tiempo, cuando sabemos que algunos de los
factores determinantes en el aprendizaje de estas conductas son la observación
y el ejemplo, y si los padres están ausentes… ¿de quién aprenderá?
Tampoco
olvidemos la pérdida de la tradicional cena familiar, pues es común observar
que ahora cada quien come en su habitación o en el horario que más se le
acomode, dejando de lado la mejor ocasión para enseñar buenos modales a los
hijos.
La
invitación entonces, es a preservar los espacios existentes y crear nuevos, en
donde los padres interactúen con sus hijos y no deleguen la enseñanza de los
buenos modales a nada ni nadie –incluido el colegio-. Igualmente es crucial el
buen ejemplo que reciban de los adultos cercanos, pues de qué vale reclamarles
a los hijos que no hablen mientras coman, escuchen a quien les habla, saluden,
apaguen el celular durante el rezo; si los padres salen en el auto y no dan
paso al peatón o al subir al ascensor no dan una sonrisa amable a los demás.
Hay que tener presente que los hijos siempre están en permanente observación de
sus principales modelos: los padres.
10 Tips de cortesía y
buena crianza
La
puntualidad es cultura y por consiguiente ser impuntuales crea
malestar, además del abuso del tiempo del otro. Hay que sembrar en los hijos
este buen hábito desde que son pequeños; claro está que en las primeras edades,
la tarea será exclusiva de los padres, ya que los niños no tienen la autonomía
necesaria y serán los adultos quienes deban llevarlos a tiempo al colegio, clases
extra curriculares, citas médicas, cumpleaños de amigos, etc. Recuerde que: “
llegar justo a tiempo es llegar tarde”
El saludo debe convertirse en un
hábito de la vida diaria y debe aplicarse a todas las personas con la que nos
topamos a diario (cónyuge, hijos, empleada, portero, jefe, compañeros de
estudio o trabajo, desconocidos, etc.)
Los
gritos y las malas palabras, además de una falta de respeto, denotan
desequilibrio emocional y falta de autocontrol. No hace falta su utilización,
con calma y buenos argumentos se llega más lejos.
Saber
comportarse al tomar los alimentos, es una expresión básica que merece
toda la atención del caso. Las comidas diarias de toda familia, son la mejor
oportunidad para educar a los hijos en la buena conducta en la mesa. Asimismo,
se le debe hacer igual acento tanto a las cenas en restaurantes o casas ajenas,
como en las del propio hogar.
Las
personas mayores, con discapacidades físicas, familias con niños o mujeres
embarazadas, tienen prelación en los puntos de pago, estacionamientos,
ubicación en sitios públicos, entre otros. Un muy buen gesto de urbanismo es
cederles el asiento a estas personas o dejarlas adelantar en las filas de
espera.
Mirar a los ojos a quien nos habla, denota que se le está prestando toda la atención, como también es un
indicio de autoconfianza y autoestima.
El
sonido de un celular en medio de una clase, conferencia, reunión,
cita, película, rezo… desconcentra a quien está hablando y causa desagrado en
los demás.
Buen
gusto en el vestir, de acuerdo a la ocasión, de tal manera que la
presentación personal sea expresión de la valía personal y del respeto a los
demás.
La
postura corporal es un lenguaje no verbal de gran impacto y debe ir
acorde al contexto en el que se esté presente.
Una
sonrisa siempre será un gesto amable y de buen gusto.
Fuentes: La falimila.com, revista Hacer
Familia, enbuenasmanos.com
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