Prevenir que un niño sea
excesivamente desobediente o encauzar al niño que ya lo es está en manos sólo
de los adultos.
Los
niños desobedientes desesperan a los padres y son fuente de disgusto familiar.
Claudia Quiroz, psicóloga del centro Crece, nos da pautas para ayudar a
nuestros hijos a hacernos caso.
Los
padres, abuelos y educadores somos los “Pepe Grillos” de los niños;
inicialmente, hay que acompañarles y corregirles y luego, a medida que van
madurando, nuestra función es intentar describir,
explicar y ayudar al niño a ser consciente de las consecuencias de sus actos. Todo esto, con el fin de ayudar a nuestros niños para que poco a
poco vayan desenvolviéndose de manera más segura e independiente.
Este
proceso se va a ir dando poco a poco. La
desobediencia es normal en todo este proceso. El niño está descubriendo los límites del entorno, diferenciando
lo que es correcto de lo incorrecto, lo que se puede y lo que no se puede
hacer. Pero el niño no puede encontrar solo estas respuestas, los adultos le
tenemos que guiar y ayudar.
Muchas veces los adultos
tendemos a decir, “qué desobediente es este niño”, cuando el niño está inmerso
en el disfrute de la exploración y descubrimiento. ¿De verdad es eso ser un
niño desobediente?
Con
esto lo que quiero que tengan presente es que cuando son pequeños, no tienen como motivación el incomodarnos,
sino el explorar a través de sus sentidos; y dejar
que lo hagan, dentro de ciertos límites, es sano para el desarrollo de su
autocontrol.
A
partir de los 3 años comienza la etapa de la comprensión de palabras
y oraciones, y cambia nuestra manera de comunicarnos
con los niños.
Si queremos
educar a nuestros hijos de esta edad y hacer que nos comprendan, las frases deben estar enfocadas de manera afirmativa, ya que
esto les permite comprender mejor los acontecimientos. Por ejemplo: en vez de decir: “no tires tus juguetes, o tus
zapatos”, es mejor decirle: “deja los juguetes en la caja, o dáselos a mamá”.
Cuando el niño hace lo que le pedimos, siempre hay que acabar con un elogio,
como “muy bien”.
A esta
edad el niño será mucho más receptivo que en etapas anteriores, comprenderá que
ha dado alegría a mamá y a papá y se sentirá feliz y querrá volver a lograr ese
momento, y por ende, tenderá a repetir la acción.
Cognitivamente,
los NO, solo se comienzan a entenderse a los 3 años.
Una
manera, de hacer que el niño aprenda a seguir instrucciones y posteriormente
incorpore el concepto de obedecer, es hacer hincapié en explicarle que los
adultos son los que deciden, ya que él está bajo el cuidado de ellos.
Para
ello, es importante que estos adultos, ya sean los padres o abuelos, sean coherentes, firmes y afectuosos en
el momento de enfrentar diversas situaciones y pongan
los límites in situ manteniendo la calma.
Recuerde
que la coherencia es la base del respeto y da seguridad a los niños.
Es muy
importante mantenerse como un bloque frente a los niños, es decir: tanto papá como mamá son los que tienen la autoridad de crear
los hábitos, y por lo tanto no se debe
devaluar a ninguna de estas figuras frente al niño.
A
partir de los 5 o 6 años , aún es momento de acompañar a los niños en sus
razonamientos. A esta edad, es muy
positivo hacer que el niño verbalice las posibles consecuencias de sus
actos.
El
niño es más consciente y tiene capacidad de razonar el por qué y para qué de
las cosas.
De esta manera, los niños
van aprendiendo a respetar las rutinas y adquieren poco a poco disciplina en sus actividades, lo que va acompañado de la validación,
respeto y consideración a lo que los adultos piden y de su seguridad.
Un niño seguro y con buena
autoestima fortalecerá su personalidad, será positivo y feliz, afrontará mejor
las pequeñas frustraciones y se adaptará mejor al mundo que le rodea.
Tomado de: Serpadres.es
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