Ser madre o padre es una de las aventuras más maravillosas que un ser humano puede experimentar, pero también implica responsabilidades que debemos asumir con paciencia, empatía, solidaridad y comprensión si la meta es hacer un buen trabajo en el desarrollo y crecimiento de nuestros hijos.
Generalmente los padres deseamos, por encima de cualquier otra
cosa, la felicidad de nuestros hijos, lo cual a veces conlleva a un esfuerzo
importante para lograr su bienestar.
Pero la vida está llena de altibajos y desde
muy pequeños, los niños también pueden sufrir decepciones en
su vida. Los niños y adolescentes, viven sus
sentimientos y emociones al máximo y cuando pasan por esos altibajos, pueden
pasarse días en estado letárgico, sin querer ver a nadie, sin ganas de nada,
irritables en casa… es como si el mundo hubiese acabado.
La realidad política del
país, la no aceptación a los cambios, la inseguridad, el trabajo o colegio, los
sueldos bajos, las amistades, la crisis social, mediática, médica y alimentaria
por la que está atravesando el país, las despedidas e incertidumbre; pueden ser
algunos de los causantes de esos sentimientos y emociones que nos empañan el
día, nos hacen ver todo gris, mantienen nuestras cabezas muy ocupadas y
preocupadas afectando esto la relación familiar.
Es fundamental que aprendamos a reconocer,
aceptar y a encauzar las emociones; tareas en las que los padres debemos ejercer
una labor de apoyo y de constante acompañamiento a nuestros hijos; ya que ese será el primer paso para poder manejar y regular las emociones de forma
adecuada.
Reconocer, es identificar qué emociones
siente cada uno ante diferentes situaciones y, aceptarlas es normalizarlas, es
decir, debemos saber y a la vez transmitirles a los niños que todas las
personas sienten rabia, tristeza , alegría, miedo, decepción…para poder
manejarlo después de forma adecuada.
Cuántos de nosotros hemos escuchado a familiares o amigos decir
que perdieron su trabajo, porque la fábrica, compañía o el negocio cerró.
Los niveles de desempleo y la hiperinflación han
provocado que el presupuesto familiar de muchos de los hogares haya bajado de
manera desmesurada afectando la capacidad para cubrir las necesidades primarias
de comida, alimento y vestimenta,
causando sentimientos de rabia, impotencia y mucha frustración entre los
miembros de la familia.
Por ser la familia, el epicentro de
nuestras relaciones, es natural que en ella descarguemos todo lo que nos pasa
afuera, por lo tanto es la más afectada. A ella llegamos y expresamos nuestros miedos
y tensiones, convirtiéndose muchas veces en el escenario donde las discusiones
se hacen presentes entre los padres, entre los padres e hijos, donde hay
llantos, crisis, se disparan situaciones de quejas y reclamos, siendo los hijos
los que más sufren bajo estas circunstancias.
Para un niño, sus padres
son sus bases y sus raíces, somos los que le podemos ofrecer la confianza que
necesita en estos difíciles momentos de cambios, de inestabilidad, de
preocupación.
Según
la sensibilidad del niño y, sobre todo, la edad que tenga, los cambios pueden
afectarle en mayor o menor grado. Un niño mayor puede atenuar la tensión que
siempre provocan los cambios, si se siente apoyado por sus padres y experimenta
que ellos están tranquilos.
En medio de tantas situaciones difíciles en
las que nos encontramos inmersos y que pasan a nuestro alrededor, así como ante
la dura crisis generalizada de nuestro país, se están generando grandes
tensiones en la familia ya que las alternativas ante las mismas son difíciles.
Debemos
estar muy pendientes del nerviosismo que nosotros mismos sufrimos o podemos
llegar a sufrir ante una nueva situación o experiencia ya que el mismo también se
lo trasmitiremos a nuestros hijos.
Es normal que como personas que enfrentamos
una crisis nos sintamos inquietos, con angustias y temores, pero no debemos
dejar que esos sentimientos nos gobiernen, al contrario, debemos usar la razón,
aprender a tener control y confianza. Debemos cuidar el bienestar de nuestra
familia y eso implica andar de la mano con los valores como la
comunicación, la honestidad y el buen ejemplo.
Como padres, debemos aprender a valorar y
cuidar a nuestra familia, ya que en ella tenemos un gran tesoro, mucho más
valioso que cualquier cofre lleno de piedras preciosas.
Basado en:
Guía
infantil.com, familias.com, healthychildrens.org, madreshoy.com, uncomo.com,
usccb.org, bebesymas.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario