“Educa a tus hijos con un poco de hambre
y un poco de frío” dice el proverbio del filósofo chino Confucio… Y es que
existen muchas realidades que los padres quisieran evitar con tal de facilitar
las cosas a los hijos, pero no podemos desconocer que algunas de esas
situaciones son ineludibles, y más temprano que tarde, la vida se las pondrá en
frente. Por eso la importancia de enseñarles a tolerar la frustración.
La frustración es una respuesta
emocional que surge cuando no se cumplen las expectativas esperadas. En el
contexto familiar, la frustración se manifiesta de manera especial cuando
los padres dicen “no” ante determinada solicitud de los hijos. Por tanto, la tolerancia
a dicha frustración, es la capacidad de aceptar las circunstancias y
afrontarlas con una actitud positiva, dando un paso adelante, en lugar de
quedarse nadando sobre el pantano.
La tolerancia a la
frustración es una lección que se aprende en la familia, donde los padres brindan enseñanzas sobre la
formación de la voluntad. Recordemos que el ser humano en sus primeras edades,
tiende a querer dominar el mundo a su antojo, así como a demandar cuantas cosas
pasen por su cabeza, debido a que aún no conoce las normas ni el dominio de sus
emociones; sin embargo gracias a la educación, el hombre adquiere la madurez y
el conocimiento que le permiten reconocer los límites propios y del colectivo
en el que se desarrolla.
Es necesario decir
“no”
En una reciente entrevista publicada
por The Family Watch, el psicopedagogo Carlos Jiménez y director
del Centro de atención a Adolescentes en España, subrayaba
que una educación permisiva y sobreprotectora desemboca en hijos que no
aceptan un ‘no’ y explicaba:
“(…) Un adolescente desde niño
tiene que aprender a frustrarse, que todo lo que desea no puede ser complacido.
Y muchas veces los padres, porque no tenemos tiempo para estar con ellos, o
porque llegamos a casa agotados y no tenemos ganas de discutir, tenemos tendencia
de concederles todo. Si a un niño, desde pequeño, le enseñas que puede
conseguir todo aquello que quiere, y si patalea también lo logra, cuando llega
a adolescente ¿cómo le vas a decir que ‘no’ a salir hasta las tres de la
mañana, a darle 40 euros, o a que tenga una planta de marihuana en casa?.
(…) No se han acostumbrado a una cosa
que se llama la tolerancia a la frustración, y es que a veces hay cosas y
demandas cuya respuesta es ‘no’. Y uno tiene que aprender a aguantarse,
porque la vida está llena de alegrías pero también de frustraciones y
sacrificios. No puede ser que los padres tengan la actitud de que, a costa
de lo que sea, que mi hijo no se frustre, no se traumatice, que tenga lo que yo
no pude tener. En esta línea es muy probable que termines teniendo un hijo
tirano, con muy poca capacidad de tolerancia a la frustración, de aguante. Y,
además, que en algunos casos puede llegar a utilizar la violencia para
conseguir lo que quiere. Claro que es importante decir ‘no’, pero también la
cercanía y el afecto.”
¿Cómo enseñarles a
tolerar las frustraciones?
Es una tarea que debe comenzar desde que
el bebé nace, en cuanto a la satisfacción inmediata de los deseos, también
llamados “caprichos”. Actos tan simples como dejarles en su cuna hasta que se
duerman en lugar de pasearlos o darles la comida a una hora establecida o
negarles el juguete que tanto anhelan, son formas de enseñar el autocontrol y
la formación de la voluntad en los primeros meses. En esta etapa es definitivo
postergar la satisfacción de sus deseos, es decir, que aprendan a esperar o
aceptar cuando algo no resulta como ellos quieren, sin reaccionar
impulsivamente.
En la medida que los niños crecen,
surgirán otras formas de tolerar sus frustraciones. El ámbito escolar por
ejemplo, es un espacio donde se hacen presentes diversas situaciones de forma
gradual: primero los dibujos o las letras fallidas, después la tarea mal
elaborada, luego el primer examen perdido, más adelante una asignatura y por
último el año. Son las primeras lecciones de frustración que se tienen en la
vida y de no darles un buen manejo, los resultados serán nefastos.
En medio de estas circunstancias, es
donde los adultos deben enseñar a sus hijos a afrontar el fracaso en lugar de
justificar sus acciones o negarse sus limitaciones.
Deben destacar entonces el valor del
esfuerzo, de la persistencia, de la paciencia, para superar los impedimentos y
lograr los objetivos. No obstante, se ha de tener en cuenta, que tolerar
la frustración es una capacidad que se desarrolla con el tiempo, gracias a un
entrenamiento constante.
Por otro lado, la adolescencia es
una etapa crítica en términos de tolerancia a la frustración, dadas las
características y el vaivén emocional que allí acontece. De ahí la necesidad de
abonar el terreno años previos, puesto que si desde pequeños aprenden a acatar
y respetar las negativas o las situaciones que cambian su cauce, será más
probable que vivan una adolescencia dentro de los términos normales.
Asimismo, debe quedar completa claridad
de que esta lección educativa debe estar confinada dentro de una relación
amorosa y cercana, que si bien no puede aislar la autoridad y el deber de todo
padre de formar a sus hijos en el sendero del bien, de la rectitud y la
integridad, debe alejarse de todo acto agresivo y/o represivo. Por ende, se
hace imperioso que los padres comprendan a sus hijos y cultiven la paciencia
entre otras virtudes, para acometer estos desafíos formativos.
Preguntas de reflexión
Las siguientes preguntas permitirán
analizar el tema de la tolerancia al fracaso en nuestros hijos y la forma como
padres manejamos la situación:
¿Es mi hijo caprichoso? ¿Sigo sus
caprichos al pie de la letra?
¿Cómo reacciona mi hijo cuando le niego
algo?: ¿Su respuesta es primaria? ¿Se altera, pero se calma con facilidad?
Como padre, ¿qué manejo le doy a esta
situación?: ¿Me altero? ¿Cedo ante su pataleta? ¿Me sostengo en lo dicho y no
doy el brazo a torcer?
Lafamilia.info
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