Estos grupos hacen que problemas aislados con
los profesores se conviertan en problemas colectivos
Tampoco deberíamos obsesionarnos con los
deberes de nuestros hijos.
Soy profesora desde hace 17 años, tengo tres hijos en
primaria y hace poco reuní el valor para abandonar un grupo de WhatsApp. Se
trataba de un grupo formado por los padres de los compañeros de clase de una de
mis hijas y lo hice porque se había generado un ambiente incómodo.
Incluso antes de que empezaran las clases, algunos padres
compartieron opiniones desfavorables sobre el docente que les habían llegado a
través de terceras personas. Curiosamente, yo era la única que había tenido una
experiencia directa con el docente, porque había dado clases a mi hijo mayor,
pero la gente estaba predispuesta en su contra sin conocerlo.
Nada más empezar las clases, se criticaba cada decisión
que tomaba, incluso en un tono ofensivo. Una de las integrantes del grupo pidió
un poco de paciencia y algunos de los padres se volvieron en su contra. Como si
el hecho de reclamar sensatez fuese sinónimo de no preocuparse por el bienestar
de los niños. En ese momento, al ver cómo estaban las cosas, abandoné el grupo.
Desde hace un tiempo, los grupos de WhatsApp han ocupado
el lugar de los corrillos que se formaban a la salida del colegio.
Por tratarse de un fenómeno nuevo, a veces no los
manejamos bien y desde mi experiencia como madre y profesora, creo que
deberíamos tener en cuenta lo siguiente:
- Que
nuestras opiniones sean propias. En el caso de mi grupo de WhatsApp, el clima hostil
hacia el docente empezó antes que las clases. Podría darse el caso de que el
docente no sea bueno, claro, y que las críticas estuvieran justificadas. Pero
también hay ocasiones en las que sencillamente los métodos de un docente,
aunque sean válidos, no convencen a todos. O podría ser que los comentarios
negativos se debieran a una mala experiencia aislada. Sea como sea, lo mejor es
confiar en las capacidades del docente y dejar pasar un tiempo para formarnos
una opinión. Así evitaríamos que problemas individuales se conviertan en
problemas colectivos.
- Que
hay unos cauces establecidos para las quejas. Es normal que la gente use los grupos para desahogarse,
pero debemos mantener el respeto y saber que esos grupos no solucionan los
problemas. En caso de que hubiera algún problema grave, yo recomendaría
hablarlo primero con el docente. En caso de que no funcione, los padres pueden
acudir a la dirección del centro. Y en caso de que esto tampoco funcione, queda
el recurso de instancias superiores. Los padres tienen todo el derecho de
acudir a éstas instancias, pero la mayoría de las veces, los problemas tienen
una solución más sencilla.
- Que
hay que crear un clima agradable. Los grupos de WhatsApp generan cierta presión grupal.
Pasa incluso cuando toca felicitar un cumpleaños. En caso de no hacerlo,
siempre queda la posibilidad de que se vea como una ofensa. Pues bien, en los
grupos de padres, si no te sumas a las quejas, podría parecer que no te
preocupas lo suficiente por los niños. Por tanto, habría que promover un clima
en el que todo el mundo se sienta cómodo para verter sus opiniones personales,
aunque no coincidan con las de la mayoría.
- Que
los asuntos privados deberían quedar al margen. Los grupos de padres de alumnos existen
para hablar de cuestiones relativas al colegio. Sería conveniente que dejáramos
las cuestiones privadas para los grupos de amigos. Y lo mismo digo sobre los
chistes y los vídeos que nada tienen que ver con el colegio, así como los
chismes y críticas improductivas y maliciosas.
- Que
no le quitemos responsabilidad a nuestros hijos. Los deberes de nuestros hijos ocupan buena
parte de las conversaciones en estos grupos: que si son muchos, que si son
pocos... Si hay alguna queja, como dije, lo mejor es hablarlo con el docente.
También suele haber muchas peticiones del tipo: "A mi hijo no le ha
quedado claro si tocaba hacer este ejercicio o aquel" o "Mi hijo se
ha olvidado las fichas en clase, ¿me las podéis pasar por WhatsApp?". No
creo que sea bueno que nos empeñemos en solucionar los problemas de nuestros
hijos: debemos respetar su autonomía y su capacidad de decisión. Y si en algún
momento se equivocan, será bueno que aprendan a asumir su responsabilidad. Si
resolvemos todo el rato sus problemas, al profesor no le llegará una
información adecuada sobre el niño, y no podrá buscar las herramientas
necesarias para enseñarle bien.
Al fin
y al cabo, se trata de respetar en los grupos de WhatsApp las mismas cosas que
fuera de ellos: decir las cosas a la cara y evitar que los problemas concretos
se conviertan en una bola muy grande difícil de manejar.
Tomado de: Elpaís.com
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