El sentido del humor es necesario en la vida familiar tanto como
la disciplina, la educación o los valores.
La
risa y el buen humor es la mejor y más barata de las medicinas y combate,
cuando menos, el mal humor. Esa primera sonrisa despierta en nosotros la mayor
de las ternuras y los mejores sentimientos. Durante toda la infancia, la risa
le acompañará y llenará nuestro hogar de uno de los sonidos más bellos. Cabe
preguntarnos entonces si, como padres, cuidamos que nuestros hijos cultiven ese
maravilloso sentido que es el del humor.
¿Procuramos
que aprendan a reírse sin dañar a otros?
¿Cuidamos
de que puedan ver en sus errores y en los nuestros una oportunidad de mirar las
cosas con perspectiva? ¿Pasamos tiempo con ellos divirtiéndonos?
Las
relaciones entre padres e hijos que permiten y dedican tiempo a las
diversiones, el buen humor y la risa son más sanas, menos tensas y más
cordiales.
El sentido del humor es eminentemente humano: Nos permite ver los problemas en su dimensión correcta, ni sobreestimados, ni subestimados. Saber reírnos de nuestros errores y asperezas facilita reconducir situaciones que, de otro modo, aumentarían las tensiones y los conflictos.
La
risa es una de las expresiones que más beneficios aporta a la persona:
- Es la expresión de la alegría.
- Activa la producción de
endorfinas, transmisores químicos que aportan al cerebro alivio y
bienestar.
- Libera tensiones.
- Provoca una respuesta emocional
única orientada a la alegría y al bienestar.
- Aumenta la captación de oxígeno.
- Crea un ambiente positivo y
cordial.
- Nos ayuda a poner los problemas en
perspectiva.
A los niños les encanta reír, les gustan las bromas, las expresiones de buen humor y la alegría.
A los
padres nos es bastante fácil hacerles reír cuando son bebés, pero a medida que
crecen y que empezamos a sentir la responsabilidad de su educación,
podemos, poco a poco, alejarnos de las expresiones diarias de alegría con
las que nos dirigíamos a ellos cuando eran pequeños.
Nos
ponemos perfeccionistas y, llevados por la tensión y el estrés, pasamos la
mayor parte del tiempo corrigiendo de forma reactiva o haciendo énfasis en los
errores, los conflictos y las dificultades que, dicho sea de paso, son
características de seres en continuo aprendizaje y crecimiento. Nos
olvidamos de pasar tiempo con ellos divirtiéndonos.
Dejamos
de lado la alegría y el buen humor que tanto nos pueden ayudar en su educación.
Y dejamos, por ende, de ser modelos de personas alegres y divertidas, dignas de
ser imitadas por nuestro alto sentido del humor.
Conviene recordar que los niños aprenden, sobre todo, por
imitación, y cuanto más dignos de crédito son los modelos a imitar, mejor y más
duradero será el aprendizaje.
Seamos
conscientes de que la alegría y el buen humor también se educan.
A los
niños les encanta reír y les encantan las bromas. Las familias que logran
pasar tiempo divirtiéndose juntas crean vínculos de relación más estrechos y
duraderos. Es conveniente, por tanto, pasar tiempo juntos en actividades
lúdicas a menudo. Recuerdo una niña de siete años que, tras un paseo invernal
por la playa con su papá y sus hermanos en el que jugaron y corrieron todo el
tiempo, al regresar a casa hizo un dibujo que lograba transmitir con enorme
fuerza, los intensos momentos de diversión que acababa de vivir.
Los
padres podemos enseñar a nuestros hijos a no sobredimensionar los problemas a
través del buen humor y la alegría.
En
cierta ocasión, tras un largo viaje, un paquete de cacao en polvo se abrió
dentro de nuestra maleta de ropa manchándolo todo. En el momento en que lo
vimos podíamos habernos quejado y lamentado por la ropa, etc., En vez de eso,
empezamos a reír y a ver el lado divertido del asunto, comentando que
tendríamos que meter los pantalones en el vaso de leche para aprovechar el
cacao, o que tal vez la mejor idea sería vaciar la leche directamente en la
maleta y tener un montón de leche chocolateada!!! Nuestros hijos aún recuerdan
el incidente con risas y en su momento, lo comentaron con los amigos como algo
tremendamente divertido.
A lo
largo del día tenemos muchas oportunidades de vivir nuestra relación con los
niños de forma alegre y divertida, pero hemos de ser capaces de reconocerlos y
de vivirlos sin miedo a que las normas o la disciplina se vean afectadas.
Un
padre o una madre divertidos y alegres son tan o más dignos de crédito que
aquellos padres huraños y culpabilizadores.
De hecho, a nosotros mismos nos es mucho más grato compartir nuestro tiempo con
personas de trato alegre y cordial que con aquellas que siempre se quejan o
protestan por todo.
Pero
lo que hemos de evitar es reírnos de los niños.
Si nos
reímos de sus errores, podemos menoscabar su autoestima dado que se encuentran
todavía en una etapa inmadura en la que necesitan afianzar la confianza en sí
mismos. Frente a un error deberemos primero saber qué opina nuestro hijo de lo
sucedido y después podremos ayudarle a ver el lado divertido del asunto puesto
que ya conocemos sus sentimientos.
Es
recomendable también comprobar el tipo de humor que ven nuestros hijos en los
programas de televisión. A menudo se utiliza un humor que daña a los demás para
hacer reír.
Es
necesario que mostremos a nuestros hijos que, aunque sea divertido, nunca
podemos reírnos a costa del dolor producido a otros. Será necesario hacerles
ver que a ellos tampoco les gusta ser blanco de risas y burlas por más
divertido que les pueda parecer. Este aprendizaje elemental les ayudará a
aprender cómo ser divertidos y simpáticos sin perder la empatía (capacidad
social básica que nos permite saber cómo se siente el otro y actuar en
consecuencia).
Seamos
conscientes de que el sentido del humor nos permitirá ser una familia que
acepta la vida tal y como es (¡aunque no se conforme con ella!), aportando
soluciones creativas ante situaciones que de otro modo mermarían nuestras
relaciones o nuestros estados de ánimo.
Atrevámonos
a ser divertidos, seamos capaces de reírnos de nuestros propios errores y de
nuestras propias incapacidades mostrando a nuestros hijos cómo crecer y mejorar
como personas sin perder el sentido del humor.
Tomado y adaptado de: solohijos.com
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