Si
crees que tu hijo adolescente ya no quiere tus abrazos, te equivocas. Los
necesita más que nunca aunque no te los pida.
Dan
justo en el blanco. Los abrazos dicen: te quiero aunque estemos molestos,
entiendo cómo te sientes o estoy contigo sin necesidad siquiera de buscar
palabras a esos sentimientos.
El
contacto físico se necesita para sobrevivir. Se necesita para comunicar
nuestros sentimientos. Para concentrar todo nuestro amor en un segundo, sin
necesidad de ponerle palabras. Es la manera más rápida de trasmitir energía y
optimismo.
La
adolescencia es una etapa difícil, con esa bomba de hormonas que los trae de
cabeza y los agota, queriendo crecer y ser adultos para “hacer lo que se les
venga en gana sin preguntarle a nadie” y al mismo tiempo queriendo ser niños
para no sentir ningún tipo de responsabilidad, agarrar de nuevo sus juguetes y
ponerse a jugar por horas, abrazar a mamá, pedirle que les cuente un cuento o
los acompañe un rato en la cama a la hora de dormir. El adolescente sabe que
una vez iniciado el camino hacia la madurez no hay vuelta atrás, ha empezado un
poco a ser adulto y eso lo llena de ilusión y de angustia al mismo tiempo. A
veces ve sus juguetes con cierta melancolía y no se atreve a tocarlos, porque
no quiere ser considerado de nuevo como niño, pero inconscientemente, extraña
todo eso.
Los
adultos debemos recordar cómo era ser adolescentes para poder comprender lo
difícil que puede llegar a ser esa etapa de cambios y poder ayudar en lo que
podamos.
Es
una lucha interior tan fuerte que sólo los padres pueden ayudar al adolescente
a sobrellevar, pero ¿cómo acercarse sin ser rechazados? Uno grita en silencio
por ayuda y el otro lucha desesperadamente por ayudar, pero es difícil para
ambos exteriorizar esa necesitad y acercarse por temor al rechazo del otro.
¡Qué
bien les caería a ambos un abrazo! Un largo y prolongado abrazo en el que
puedan decirse que pase lo que pase, siempre se amarán, que todo lo que sucede
es parte de la vida y que todos tenemos que vivirlo en algún momento para crecer
y madurar.
Es
invalorable lo que puede significar para un adolescente un abrazo que le
permita sentir la protección y el amor de su padre a pesar de su rebeldía y
coraje, sentir su aceptación a pesar de sus cambios de humor, recordar que
siempre serán padre e hijo y que ese vínculo los mantendrá unidos por siempre,
pase lo que pase. Es reconfortante saber que después del abrazo pueden soltarse
y si vuelven a pelear, el hijo sabrá que su padre siempre estará ahí para
protegerlo, consolarlo, ayudarlo y amarlo siempre y a pesar de todo. Abraza.
Abraza a tu hijo con la sonrisa, con la mirada, con tus brazos, con tu silencio
o con tu respiración. El abrazo de un padre a un hijo adolescente es la
renovación de un vínculo y una carga de energía para continuar el camino. Todos
lo necesitamos.
Tomado y adaptado de solohijos.com y
te.abrazo.com.mx
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