Parece
que del estrés nadie se salva, ni siquiera los niños. Los expertos en el tema,
señalan que los asuntos escolares pueden originar ansiedad y preocupación
excesiva en los estudiantes, incluso en los más pequeños. Cercano a la época
del cierre del año escolar, vale la pena vigilar el comportamiento de los
hijos.
¿Cómo
saber si su hijo está estresado por el estudio?
Cuando
en época de exámenes finales, un niño pierde el apetito, se muestra ansioso,
pasa malas noches, presenta estados de ánimo cambiantes o manifiesta diversas
dolencias físicas de forma reiterada, se podría hablar de un cuadro de estrés
infantil ocasionado por las obligaciones académicas.
La
Dra. Carla Insunza, psiquiatra infanto-juvenil de la Universidad Católica de
Chile, explica que al igual que en los adultos, las manifestaciones del estrés
varían de acuerdo a la persona y a la edad, pero se conservan tres
características generales: reactividad emocional, es decir, respuestas
agresivas, desobedientes o desafiantes; alteración del sueño, ya sea por la
dificultad para conciliarlo o los despertares continuados; y por último,
somatizaciones. Como señala la Dra. Insunza, “los niños y adolescentes no
suelen estar en condiciones de simbolizar sus conflictos a través del lenguaje.
Por ello presentan frecuentes dolores de cabeza o menor apetito, aunque el
síntoma por excelencia es el dolor abdominal: está presente en el 10 a 25% de
los niños y adolescentes. A estas dolencias suelen recurrir para explicar a sus
padres que no son capaces de ir al día siguiente al colegio”. *Hacerfamilia.net
Cuatro
posibles fuentes de estrés
Dentro
del contexto escolar, hay distintos factores que pueden ser los que ocasionan
el estrés, analizaremos los cuatro principales:
1.
En primer lugar, hay que
entrar a analizar el perfil del niño en cuanto a su carácter y tipo de
personalidad (perfeccionista, retador, exigente consigo mismo, minucioso,
baja tolerancia al fracaso, etc.) Esto determina en variadas ocasiones el grado
de estrés que puede llegarse a desarrollar, puesto que para este tipo de
personas, las responsabilidades suponen un alto nivel de ansiedad.
2.
Como segundo posible
generador de estrés, se encuentran los padres de familia. Reclamarles
a los hijos un buen rendimiento académico es el cometido de todo padre, sin
embargo, la exigencia en exceso puede provocar Fuertes padecimientos
psicológicos como el estrés. Usualmente cuando un niño se muestra sobrecargado
de ansiedad frente a los temas escolares, es porque en su casa hay un ambiente
tenso y severo que le asienta un peso extra sobre sus hombros.
3.
Los profesores son otra fuente de estrés a contemplar; si bien porque ha
sido un alumno brillante que debe conservar su “estatus” o un estudiante que le
cuesta obtener buenas notas y constantemente queda en el límite mínimo de las
calificaciones. En este último caso, existe la posibilidad de toparse con un
chico bajo de autoestima, pues su fama de “mal estudiante” ante sus compañeros
y profesores, le hacen dudar de sus propias capacidades.
4.
Finalmente, está aquel
estrés producido por la competitividad entre los pares, caracterizada
por aquella presión que ejercen los compañeros sobre el niño, lo que le obliga
a esforzarse de sobremanera para estar al nivel de los demás. Esto suele
presentarse en especial, durante primaria donde los niños expresan crudamente
sus sentimientos, pueden descalificar abiertamente y llegar a ser crueles con
sus compañeros de clase.
Consideraciones
para los padres
Aunque
se hace pertinente analizar todo un conjunto de factores que pueden
desencadenar el estrés escolar, la actitud de los padres frente al desempeño
académico de los hijos, es determinante.
Incentivar
en los hijos los valores asociados al esfuerzo, la superación, la persistencia,
el dominio de las emociones, entre muchos otros, es una tarea fundamental y
necesaria en la educación integral de un ser humano en formación, no obstante,
los padres han de tener la inteligencia para saber identificar cuando hay
negligencia por parte de los hijos y cuando hay una sobrecarga de exigencias
que le proveen estrés.
La
autora Pia Orellana profesional del área opine que: “Los ambientes
emocionalmente seguros disminuyen el riesgo de que un niño se estrese, puesto
que le garantizan cierta armonía emocional. Tanto el colegio como la familia
pueden aportar, velando porque los niños sean aceptados sin condiciones,
valorados positivamente independiente de sus capacidades, respetados,
protegidos y queridos.
Al
tener armonía emocional los niños reflejan una alegría de vivir, una apertura
al conocimiento y un estado de serenidad y quietud que de alguna manera
bloquean el estrés negativo. En otras palabras, son capaces de enfrentar
correctamente las situaciones de tensión.”
Como
situaciones estresantes van a existir siempre, la clave está en que los padres
enseñen a sus hijos el manejo de éstas, incentivando en ellos las virtudes que
les servirán de soporte cuando un reto se interponga en su vida.
Fuentes: hacerfamilia.net,
kidshealth.org
Adaptado
de LaFamilia.info
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