lunes, 9 de mayo de 2016

Artículo: MAMÁ, TE QUEREMOS TAL CUAL COMO ERES


Hoy nos ponemos en los tacones de mamá, para entender su exigente mundo y reflexionar sobre cómo los hijos y el esposo pueden ayudar a quitarles tanto peso que tienen en sus espaldas. En este Día de la Madre, dile a tu mamá, a tu esposa o a las madres que tienes alrededor: “No tienes que ser perfecta, te queremos como eres.”

En la sociedad moderna las madres: deben ser las “coach” de sus hijos, las mejores esposas, también competentes y brillantes en sus puestos laborales, deben verse arregladas, bonitas, Ah, y la casa siempre en orden...

Que si la comida, que si las tareas, que si ir por los niños al colegio o a alguna de sus actividades. Que si aconsejarlos, que si enseñarles, que si curar una herida, que si jugar con ellos... El oficio de una madre a tiempo completo es un cúmulo de profesiones concentrados en una misma persona, en un mismo empleo .

Empleo que, aunque sea siete días a la semana, los 365 días del año, no paga salarios, no suele dar vacaciones, no cotiza al seguro social y agota. No todo el mundo aceptaría un trato así, pero millones de mujeres lo ejercen desde hace cientos de años cuando se convierten en madres y a pesar de todo el trabajo, cansancio y frustraciones, es la mayor bendición y satisfacción.

Pero también es cierto, que todas estas condiciones han hecho que muchas mujeres se vuelvan inseguras en cuanto a sus capacidades de ser madre y han olvidando la esencia natural y femenina que fluye cuando a su cuidado se encuentra un pequeño ser.
Es por ello sumamente importante recordar que en una familia no todo tiene que marchar a la perfección, precisamente en ese proceso caótico y hermoso a la vez de crear un hogar, es que realmente se llega a ser feliz.

Así que el gran consejo para las madres es no echarse culpas, ni menospreciar su rol; mejor las invitamos a aceptar sus fortalezas y debilidades, y trabajar por ser mejor pero sin perder de vista lo más importante: no tienes que ser perfecta para que tus hijos te quieran.

Por consiguiente, date el permiso de sentir cansancio, o aceptar que has tenido un mal día, o que te has equivocado, o llora “supuestamente” sin tener razón. El mundo no se acabará, y sí sentirás un gran alivio de saber que eres completamente normal. Después, respira profundo y con sólo ver a tu familia, te llegará de inmediato una recarga de fuerzas.
Confía en tí, en tu esencia femenina, en tu don.

Basado en publicaciones de la familia.com



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