La niñez es la etapa donde más actos egoístas se suelen presentar, pues es un rasgo que hace parte del desarrollo de la personalidad. Por esta razón, desde muy temprano los padres deben atender este llamado, y así evitar que un aspecto característico de la edad, se convierta en hábito, lo cual podría tener repercusiones en etapas posteriores.
Alrededor del primer y sexto año de
vida, los niños tienden al egoísmo con facilidad. Alfonso Aguiló (Vicepresidente del Instituto Europeo de Estudios de la
Educación), explica
que en estas edades quieren ser los reyes de la casa y capturar todas las
miradas: “Una criatura de pocos años parece que todo lo ansía para sí, acumula
los juguetes, quizá no repara en que a otros nada les llegue. Pasa por un etapa
de acusado egocentrismo infantil en la que gusta considerarse el centro de
todo, que se hable de él, llamar la atención; “si asiste a una boda, quiere ser
la novia; si a un bautizo, el recién nacido...” señala Albornoz autor de libros
y artículos de educación familiar.
Por eso es tan importante que los padres
actúen a tiempo y logren que sus hijos descubran la satisfacción que la
generosidad encierra, y reflexionen sobre el desconcierto que queda cuando
alguien se comporta de forma egoísta.
Consejos prácticos
Las siguientes son ideas que ayudan a
los niños a superar el egoísmo. La paciencia, la constancia y el amor que los
padres le pongan a este propósito, serán claves para conseguir el éxito.
No forzar a los menores de tres años a
compartir. Es
importante iniciar a tempranas edades, pero antes de los 3 años lo indicado es
invitarlos a compartir sin forzarlos, pues aún no tienen total comprensión del
concepto. Una forma de ir creando conciencia en ellos, es por ejemplo, cuando
al visitar otras casas o al recibir visitas en la propia, se le da un bombón
para él y otro para su invitado, así estarán en igualdad de condiciones y le
será más fácil compartir. Son primeros pasos que darán frutos más adelante.
Seguir un proceso. La psicóloga y profesora en
educación infantil, Virginia González expone en un escrito los pasos que se
deben ir logrando a medida que los niños crecen como parte de un proceso. Ella
explica que “lo primero es ayudarle a distinguir entre lo suyo y lo que no lo
es, marcando, por ejemplo, sus cosas con una señal y haciéndole ver también que
hay cosas que son de todos y que hay que cuidarlas y dejarlas en su sitio
cuando se terminen de usar. El siguiente paso sería enseñarle a intercambiar
sus juguetes, que acepte prestar la pelota a cambio del cubo y la pala. Por
último, aprenderá a regalar: haciéndole ver que dicha acción hace sentir mejor
a los demás, interiorizará la grandeza de ser generoso y, lo más importante, a
disfrutar con ello.”
No siempre de primero. Hay que enseñarle a que espere su turno
y tolere el hecho de que hay niños que estarán primero que él. Por ejemplo las
fiestas de cumpleaños son una magnífica ocasión para enseñarles a compartir, ya
sea porque son los homenajeados o los invitados.
Nunca reforzar la conducta
egoísta. La
autoridad y la firmeza de los padres son determinantes para evitar ceder cuando
hacen pataletas por no querer compartir. Es un error declinar en estas
situaciones. A largo plazo el más perjudicado será el niño.
Elogiar cuando comparta sus cosas. Para los pequeños es muy
importante el elogio de sus padres. Esto refuerza el acto positivo
(generosidad) y ayuda a erradicar el negativo (egoísmo). Pero tampoco conviene
hacer demasiada “fiesta”, no hay que exagerar en las ponderaciones, pues de
esta manera el niño no lo hará por la virtud como tal, sino por ganarse los
aplausos de los papás.
Compartir con alegría, como dice la
canción. Cuando otro niño
se antoje de alguna de sus pertenencias, hay que invitarle a ceder y negociar,
pueden turnarse, intercambiar por espacios de tiempo, y así evitar que se forme
un drama.
Los libros como medio de enseñanza. Se puede sacar provecho al gusto
que tienen niños por la lectura y elegir historias que destacan valores como la
amistad, generosidad y solidaridad. Seguramente les quedará sonando las
enseñanzas de los cuentos y las aplicarán en los momentos oportunos.
Qué nos vean compartir. Los adultos deben demostrar que
compartir conlleva múltiples beneficios, a diferencia del egoísmo que trunca el
camino de la felicidad.
Tomado de: LaFamilia.info
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