El estrés no es una emoción exclusiva del
cerebro adulto. Debemos entender
que la ansiedad como el estrés son dos reacciones instintivas del ser humano
que surge en nuestra mente como reacción a un “peligro” o ante ciertas
situaciones de cambio que nos abruman.
Cuando nuestro cerebro detecta una amenaza nos
prepara para la huida.
El estrés, como la ansiedad son problemas
reales y los niños no son inmunes a estas emociones. Los cambios en los niños pueden producirles, al igual que a cualquier
persona adulta, cierta ansiedad o estrés ante lo desconocido.
Evidentemente, todos los niños no reaccionan de la
misma forma ante “un cambio”, y estos le pueden afectar en mayor o menor medida dependiendo de diferentes factores que oscilan desde la
edad y sensibilidad del niño hasta el nivel de madurez emocional, el apoyo
social que reciba y el significado personal que le confiera al cambio. Pero, independientemente
de estos factores, como padres debemos ayudarlos a tomar los cambios con la
mayor tranquilidad posible.
Para un niño, sus padres
son sus bases y sus raíces, somos los que le podemos ofrecer la confianza que
necesita para afrontar esos momentos angustiantes que puedan afectar su rutina y su estabilidad
emocional.
Los padres representamos la estabilidad que nuestros hijos
necesitan.
Un niño puede atenuar la tensión
o estrés que provocan los cambios, si se siente apoyado por sus padres y
experimenta que ellos están tranquilos. Por el contrario, el nerviosismo que
nosotros podemos sufrir ante una nueva situación o experiencia, se lo
trasmitiremos también a nuestro hijo.
La situación política y económica del
país, las noticias del mundo así como la inestabilidad e
incertidumbre pueden causar estrés. Los niños que viven y ven imágenes
perturbadoras por televisión o que escuchan hablar sobre guerras, terrorismo,
robos, asaltos y secuestros, pueden preocuparse por su propia seguridad y la de
las personas que quieren.
Hable con sus hijos acerca de lo que ven y
escuchan, de modo de ayudarlos a entender lo que sucede. Pida a su hijo que le
cuente lo que le preocupa. Escúchelo calmada y atentamente, con interés,
paciencia, amplitud y demostrando lo mucho que le importa y comente brevemente los sentimientos que cree que él podría
estar experimentando. Sentirse comprendido y
escuchado lo ayudará a sentirse apoyado, lo que es especialmente importante en
los momentos de cambio y estrés.
Fuentes: GuiaInfantil.com y kidshealth.org
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