Posiblemente
muchos conflictos y decisiones erradas, podrían haberse evitado si en ese
momento se hubiera actuado con prudencia. El ejercicio de la prudencia permite
alcanzar los objetivos que nos proponemos. La prudencia es el arte de decidir
bien, e implica el dominio de las reacciones y emociones.
La
prudencia, que enseña a tomar decisiones, le proporciona al ser humano el
dominio de sí mismo. Ayuda también a identificar las situaciones que son
convenientes y las que no lo son. Ayuda a pensar antes de actuar -autocontrol-,
lo que impulsa a la persona a medir las consecuencias de las acciones. “La
virtud de la prudencia es la que nos educa para reflexionar bien y así, decidir
bien.” dice Francisco Cardona en uno de sus escritos.
Otra consecuencia de ser prudentes es
que facilita la convivencia. Si bien todas las virtudes favorecen el trato con
los demás, la prudencia es una de las protagonistas. Ser prudente es expresar
las palabras que son, en los momentos que son; lo que impide hacer mella en las
relaciones interpersonales. Sabemos que una determinada expresión en un
instante crítico, es como una chispa en un pajar. Pero hay algo importante. La
prudencia no sólo consiste en abstenerse de actuar; también es saber proceder
cuando el bien así lo requiere. Por eso es equivocado calificar esta virtud de
debilidad, cobardía e hipocresía.
La prudencia se relaciona con
otras virtudes: tolerancia, discreción, sensatez, cautela, sabiduría, madurez,
discernimiento, mesura, compostura, templanza, tacto, precaución, equilibrio,
ecuanimidad, entereza, serenidad. Todas ellas facilitan el desarrollo personal
y la interacción social.
Enseñar a los
hijos la prudencia
“Los padres pueden empezar a
educar a sus hijos en la prudencia ayudándoles a pensar antes de actuar en las
consecuencias de su conducta. Hay que educar a los hijos en la prudencia ante
todo con el ejemplo, pero conviene ayudarles a pensar, con preguntas: ¿qué
pasará si vas a esa fiesta?, ¿qué pasa si no terminas tu tarea?, ¿es bueno
hacer tal o cual cosa? Luego habrá que motivarlos a llevar a cabo lo decidido,
reconociendo sus buenas acciones.”
Para finalizar un proverbio de
Friedrich Engels:
“Tanta prudencia se
necesita para gobernar un imperio, como una casa”
Tomado
y Adaptado de Lafamilia.info
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