Cuando
tu hijo te cuenta algo, ¿le contestas inmediatamente dándole tu opinión o algún
consejo? No siempre es lo que el niño necesita.
¿Qué
hacemos cuando nuestro hijo llega a casa disgustado del colegio porque ha
peleado con su mejor amigo?
Es
probable que nuestra respuesta natural e inmediata sea consolarlo ("No te
preocupes, no es para tanto"), decirle lo que tiene que hacer
("Puedes jugar con otros niños"), sermonearlo ("Los amigos
cambian, la vida es así") o interpretar la situación desde nuestro prisma
("A lo mejor se ha cansado de que no le dejes tus juguetes").
Estas
respuestas, aunque puedan parecer adecuadas porque son empáticas y están
cargadas de buenas intenciones y soluciones, suelen ser precipitadas y
parciales. Por eso no siempre ayudan tanto como pretenden.
Y es que, si no dedicamos tiempo a escuchar de verdad, nuestras respuestas darán cuenta de una parte limitada de lo que nos cuentan y, más que ayudar a nuestros hijos a pensar por sí mismos sobre sus experiencias, estarán teñidas de nuestra propia forma de ver las cosas y más orientadas a zanjar la situación que a comprender en profundidad.
Y es que, si no dedicamos tiempo a escuchar de verdad, nuestras respuestas darán cuenta de una parte limitada de lo que nos cuentan y, más que ayudar a nuestros hijos a pensar por sí mismos sobre sus experiencias, estarán teñidas de nuestra propia forma de ver las cosas y más orientadas a zanjar la situación que a comprender en profundidad.
Normal,
si tenemos en cuenta que muchas veces los pequeños nos hablan mientras estamos
pendientes de la lavadora, el teléfono o ese problema laboral que no se
resuelve. Oímos, pero no escuchamos.
Si
haces lo siguiente sentirá que le atiendes
1.
Mírale a la cara
Sea lo
que sea lo que nos esté contando nuestro hijo, manifestar que nos interesa de
forma activa es un primer paso para abrir los canales de comunicación. Mostrar
interés favorece, además, que la persona que tenemos delante nos cuente
detalles, reflexione y se haga preguntas. La manera de hacerlo suele ser pedir
más información sobre lo que nos cuentan, sin mostrar acuerdo ni desacuerdo, y
utilizando palabras neutrales ("¿Me cuentas más sobre esto?" o
"sigue, sigue").
Nuestro
lenguaje corporal, además, debe ser coherente con nuestro interés (inclinarnos
un poquito hacia delante cuando el otro habla, asentir, mirarle fijamente,
ponernos a su altura...).
2. Pregunta para saber más
2. Pregunta para saber más
Un
paso más allá del interés es aclarar lo que nos están contando para tener más
información y ayudar al niño, mediante nuestras preguntas, a ver otros puntos
de vista distintos al suyo y enriquecer su historia. Por ejemplo:
·
"Cuando te
dijo que ya no era tu amigo, ¿tú qué hiciste?".
·
"¿Había otros
amigos delante cuando os peleasteis? ¿Y qué les pareció?".
·
"¿Cómo crees
que se sentía tu amigo?".
·
"Si se lo
contaras a la profesora, ¿qué te diría?".
·
"¿Para ti qué
ha sido lo más difícil?".
3. Parafrasea lo que dice
Repetir
las ideas básicas y los hechos principales nos ayudará a demostrar que estamos
entendiendo lo que sucede y, de paso, verificaremos si lo estamos
"captando" tal y como nuestro hijo quiere:
·
"Entonces, lo
que me estás diciendo es que hoy ha sido muy mal día porque no recuerdas haber
hecho nada divertido".
·
"A ver si me
he enterado bien. Me estás diciendo que no te gusta lavarte el
cabello porque luego te aburres mientras te la seco con el
secador".
4.
Refleja sus sentimientos
Hacer
de "espejo" de los sentimientos del que habla contribuye a mostrarle
que le entendemos y, además, ayuda al niño a ser más consciente de esos mismos
sentimientos:
·
"Te duele que
siempre te digan que no paras quieta".
·
"Te pone
súper orgullosa haber sido elegida la delegada del clase, ¿verdad?".
·
"Creo que lo
que me estás queriendo decir es que te pones nervioso cuando tienes que
esperar a que pase algo que te apetece mucho".
5.
Resume lo que dice
Se
trata de repetir los hechos y las ideas principales, juntando los hechos y las
ideas importantes, a modo de resumen, asegurándonos de no dejarnos nada "en
el tintero":
"Entonces,
si lo he entendido bien, Martín y tu habéis discutido y tú estás molesto porque
tanto él como el resto de los niños dicen que has sido el causante de todo, y
eso ha hecho que estés de mal humor durante toda la tarde".
6. Valida su discurso
6. Valida su discurso
Es
mostrar que se acepta lo que el pequeño dice aunque no se esté de acuerdo. De
hecho, una de las funciones más importantes de la escucha activa es dar
por legítimos los puntos de vista del que habla (por ejemplo, el derecho a
sentir que una situación es injusta, aunque no tenga razón).
Tomado de serpadres.es