lunes, 4 de abril de 2016

Artículo: ENTENDIENDO LAS ADDICCIONES

Un gran número de personas fuma o toma alcohol moderadamente, en reuniones con amigos, comidas en restaurantes, etc., sin que eso llegue a generar en ellos una adicción. Por este motivo, la mayoría de la gente no entiende por qué algunas personas llegan a convertirse en adictos y no son capaces de dejarlo sin más.
Existen dos claves principales que pueden servirnos para definir lo que es una adicción al cigarrillo, al alcohol o las drogas:
   Se da una pérdida de control sobre el uso de la sustancia.
   Se continúa utilizando a pesar de tener consecuencias negativas.

La predisposición genética
Existen varios factores que influyen a la hora de generar una adicción. Muchos tienen una predisposición genética y por eso no es extraño que la mayoría de los adictos tengan uno o varios familiares que también lo son.
El cerebro de estas personas no reacciona del mismo modo que el de los demás cuando es expuesto al alcohol o las drogas. El cerebro de una persona con esta predisposición genética genera una gran cantidad de endorfinas cuando es expuesto a estas sustancias. Las endorfinas son opiáceos naturales que se encuentran en ciertas zonas del cerebro.
Parece ser que el centro del placer del cerebro de una persona con riesgo genético de ser alcohólica no funciona bien. El alcohol o las drogas les proporcionan una sensación de bienestar que puede estar ausente habitualmente, haciendo que se sientan "normales", de modo que la motivación para recurrir a dicha sustancia una y otra vez es muy fuerte. Aún así, las consecuencias negativas de la dependencia son tan grandes que una vez que dejan la adicción logran sentirse mucho mejor.
Esta predisposición no significa que un adicto no sea responsable de su adicción. Para que la dependencia llegue a desarrollarse, por muy rápido que lo haga, es necesario que una persona abuse voluntariamente de una sustancia durante un tiempo. Es importante que un adicto reconozca este grado de responsabilidad si quiere superar su adicción. Los genes predisponen, pero no sentencian.
Problemas psicológicos
Muchos casos tienen también problemas psicológicos, como ansiedad, depresión u otros, o han crecido en familias disfuncionales. No es raro tampoco que hayan sido víctimas de abuso o negligencia, que tengan trastornos de personalidad o trastorno de estrés postraumático. Cuando se une el dolor emocional causado por estos problemas con la predisposición genética, es realmente difícil escapar.
Del abuso a la dependencia
Con el abuso de la sustancia comienza a aparecer la dependencia, generándose cambios en el cerebro. En este momento, es cuando podemos empezar a hablar de la existencia de una enfermedad.
El uso continuado de la sustancia adictiva pasa a convertirse en el eje central de la vida del adicto y todo lo demás (trabajo, relaciones) pasa a ser menos importante.
El tipo de sustancia utilizada
El tipo de sustancia que se utiliza también ejerce una gran influencia, pues hay sustancias, como el crack, que son altamente adictivas, pudiendo llegar a ocasionar una adicción severa en una persona sin ninguna predisposición genética.
El alcohol resulta algo menos adictivo. Por este motivo, podemos ver cómo una persona que ha estado abusando del alcohol durante un periodo de tiempo (tal vez en un período de estrés intenso), logra dejarlo cuando empieza a ser consciente de las consecuencias negativas que el alcohol está teniendo en su vida. Al no tener esa predisposición genética, la dependencia no se desarrolla con la misma facilidad (lo que no significa que no pueda llegar a desarrollarse). Por este motivo, algunas personas se vuelven adictas con más facilidad que otras.
¿Cómo se desarrolla una adicción?

Muchas personas empiezan fumando, consumiendo marihuana o alcohol con sus amigos debido a que, sobre todo el alcohol y el cigarrillo, forman parte de las reuniones y encuentros y se consideran como una parte importante de la socialización.
Es decir, existe un fácil acceso a cierto tipo de sustancias que pueden producir adicción y se fomenta el consumo de algunas de ellas.
En otros casos, la adicción comienza con la prescripción médica de determinados medicamentos para aliviar síntomas como la ansiedad o la depresión.
Es frecuente en los adictos la existencia de algún problema emocional, como ansiedad (incluyendo la ansiedad social), depresión, problemas familiares, etc.
Tras el contacto inicial con el alcohol o las drogas, esta persona descubre que estas sustancias le producen un alivio de su malestar, el dolor emocional desaparece, se vuelve más sociable y se siente mejor. Este efecto no es igual en todas las personas, puesto que los genes determinan cómo reaccionará nuestro cerebro ante ellas.
De este modo, lo que puede empezar siendo un uso recreativo entre amigos, se convierte en una especie de auto-tratamiento para los problemas emocionales.
Poco a poco, la vida de estas personas empieza a centrarse cada vez más alrededor del cigarrillo y/o la droga que utiliza: cómo encontrarla, consumirla, recuperarse de sus efectos adversos (como la resaca producida por el alcohol), volver a buscarla…
No piensan que pueden llegar a ser adictos, sino que podrán controlarlo y dejarlo cuando quieran. O bien no tienen la suficiente información sobre los efectos de las drogas y sus peligros o potencial adictivo. Así mismo, pueden tener una idea equivocada de lo que es ser adicto, pensando que los adictos son personas que no pueden mantener un trabajo, ni tener relaciones normales, o se ponen violentos, etc. Como ven que eso no les está pasando, llega a la conclusión de que no son adictos.
Si estamos frente a un caso con alguna de estas características en nuestro hogar con nuestros hijos, nosotros como padres debemos estar informados y preparados en cómo ayudarlos y dónde apuntar para derivar los obstáculos en caso riesgo o consumo.

Tomado y adaptado de about.com


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