Un gran número de
personas fuma o toma alcohol moderadamente, en reuniones con amigos, comidas en
restaurantes, etc., sin que eso llegue a generar en ellos una adicción. Por
este motivo, la mayoría de la gente no entiende por qué algunas personas llegan
a convertirse en adictos y no son capaces de dejarlo sin más.
Existen dos claves
principales que pueden servirnos para definir lo que es una adicción al
cigarrillo, al alcohol o las drogas:
•
Se da una pérdida de control sobre
el uso de la sustancia.
•
Se continúa utilizando a pesar de
tener consecuencias negativas.
La predisposición
genética
Existen varios factores
que influyen a la hora de generar una adicción. Muchos tienen una
predisposición genética y por eso no es extraño que la mayoría de los adictos
tengan uno o varios familiares que también lo son.
El cerebro de estas
personas no reacciona del mismo modo que el de los demás cuando es expuesto al
alcohol o las drogas. El cerebro de una persona con esta predisposición
genética genera una gran cantidad de endorfinas cuando es expuesto a estas
sustancias. Las endorfinas son opiáceos naturales que se encuentran en ciertas
zonas del cerebro.
Parece ser que el centro
del placer del cerebro de una persona con riesgo genético de ser alcohólica no
funciona bien. El alcohol o las drogas les proporcionan una sensación de
bienestar que puede estar ausente habitualmente, haciendo que se sientan
"normales", de modo que la motivación para recurrir a dicha sustancia
una y otra vez es muy fuerte. Aún así, las consecuencias negativas de la dependencia
son tan grandes que una vez que dejan la adicción logran sentirse mucho mejor.
Esta predisposición no
significa que un adicto no sea responsable de su adicción. Para que la
dependencia llegue a desarrollarse, por muy rápido que lo haga, es necesario
que una persona abuse voluntariamente de una sustancia durante un tiempo. Es
importante que un adicto reconozca este grado de responsabilidad si quiere
superar su adicción. Los genes predisponen, pero no sentencian.
Problemas psicológicos
Muchos casos tienen
también problemas psicológicos, como ansiedad, depresión u otros, o han crecido
en familias disfuncionales. No es raro tampoco que hayan sido víctimas de abuso
o negligencia, que tengan trastornos de personalidad o trastorno de estrés
postraumático. Cuando se une el dolor emocional causado por estos problemas con
la predisposición genética, es realmente difícil escapar.
Del abuso a la
dependencia
Con el abuso de la
sustancia comienza a aparecer la dependencia, generándose cambios en el
cerebro. En este momento, es cuando podemos empezar a hablar de la existencia
de una enfermedad.
El uso continuado de la
sustancia adictiva pasa a convertirse en el eje central de la vida del adicto y
todo lo demás (trabajo, relaciones) pasa a ser menos importante.
El tipo de sustancia
utilizada
El tipo de sustancia que
se utiliza también ejerce una gran influencia, pues hay sustancias, como el
crack, que son altamente adictivas, pudiendo llegar a ocasionar una adicción
severa en una persona sin ninguna predisposición genética.
El alcohol resulta algo
menos adictivo. Por este motivo, podemos ver cómo una persona que ha estado
abusando del alcohol durante un periodo de tiempo (tal vez en un período de
estrés intenso), logra dejarlo cuando empieza a ser consciente de las
consecuencias negativas que el alcohol está teniendo en su vida. Al no tener
esa predisposición genética, la dependencia no se desarrolla con la misma
facilidad (lo que no significa que no pueda llegar a desarrollarse). Por este
motivo, algunas personas se vuelven adictas con más facilidad que otras.
¿Cómo se desarrolla una adicción?
Muchas personas empiezan
fumando, consumiendo marihuana o alcohol con sus amigos debido a que, sobre
todo el alcohol y el cigarrillo, forman parte de las reuniones y encuentros y
se consideran como una parte importante de la socialización.
Es decir, existe un
fácil acceso a cierto tipo de sustancias que pueden producir adicción y se
fomenta el consumo de algunas de ellas.
En otros casos, la
adicción comienza con la prescripción médica de determinados medicamentos para
aliviar síntomas como la ansiedad o la depresión.
Es frecuente en los
adictos la existencia de algún problema emocional, como ansiedad (incluyendo la
ansiedad social), depresión, problemas familiares, etc.
Tras el contacto inicial
con el alcohol o las drogas, esta persona descubre que estas sustancias le
producen un alivio de su malestar, el dolor emocional desaparece, se vuelve más
sociable y se siente mejor. Este efecto no es igual en todas las personas,
puesto que los genes determinan cómo reaccionará nuestro cerebro ante ellas.
De este modo, lo que
puede empezar siendo un uso recreativo entre amigos, se convierte en una
especie de auto-tratamiento para los problemas emocionales.
Poco a poco, la vida de
estas personas empieza a centrarse cada vez más alrededor del cigarrillo y/o la
droga que utiliza: cómo encontrarla, consumirla, recuperarse de sus efectos
adversos (como la resaca producida por el alcohol), volver a buscarla…
No piensan que pueden
llegar a ser adictos, sino que podrán controlarlo y dejarlo cuando quieran. O
bien no tienen la suficiente información sobre los efectos de las drogas y sus
peligros o potencial adictivo. Así mismo, pueden tener una idea equivocada de
lo que es ser adicto, pensando que los adictos son personas que no pueden
mantener un trabajo, ni tener relaciones normales, o se ponen violentos, etc.
Como ven que eso no les está pasando, llega a la conclusión de que no son adictos.
Si estamos frente a un caso
con alguna de estas características en nuestro hogar con nuestros hijos,
nosotros como padres debemos estar informados y preparados en cómo ayudarlos y
dónde apuntar para derivar los obstáculos en caso riesgo o consumo.
Tomado
y adaptado de about.com
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