Para enseñar a los niños a ser agradecidos y apreciar a sus padres, su
familia y su entorno, debemos transformar el proceso de dar gracias en un acto
diario.
Los niños pequeños aprenden mayoritariamente del ejemplo, de lo
que ven que hacen sus padres y maestros. Padres agradecidos y considerados
criarán hijos agradecidos y considerados.
El agradecimiento es como una flor, para que crezca,
hay que cultivarla.
Enseña a tus hijos a ver el mundo con ojos de gratitud de la siguiente forma:
• Dar gracias por la
vida
El primer regalo que todos tenemos es el privilegio de
podernos levantar otro día y simplemente vivir. Enseña a tus hijos a escuchar
su propia respiración, y a tener conciencia de sus propios sentidos (“¿Qué ves
con tus ojos? Usa tus oídos y dime qué escuchas. ¿Verdad que esta fruta está
deliciosa?”). Así aprenderá a dar gracias a D-os y a uds sus padres por el
inmenso regalo de la vida.
• Reconocer la bendición
de tener una familia
Tú puedes transmitir tu propia alegría de ser mamá o papá
e invitar a tus hijos a apreciar a cada miembro de la familia.
“Es maravilloso tener hermanos, aunque a veces nos sacan
de quicio. Es algo especial contar con primos y tíos, y los abuelos son un tesoro.”
Tú puedes enseñar estas actitudes con tu propio ejemplo:
si tú valoras y respetas a la familia en tu diario vivir y apartas tiempo para
compartir con ellos, tus hijos aprenderán a sentirse afortunados de ser parte
de una familia amorosa.
• Señalar las buenas
acciones
En casa, cuando alguien es generoso y comparte sus cosas,
su tiempo o su dinero, reconócelo públicamente.
“Hijo, gracias por prestar tu peluche favorito al bebé.
¡Mira qué feliz está!”
Oírte dar gracias les enseña a tus hijos que es valioso
aportar lo que uno tiene, y se aprecian las acciones generosas.
• Identificar la riqueza
que ellos tienen
Si pueden dar algo y ser generosos, entonces tienen
motivos para sentirse ricos. Eso no tiene nada que ver con las cosas materiales.
Una persona generosa da de la abundancia de su corazón, para enriquecer a los
demás.
Por lo tanto, es afortunado porque puede aportar algo que
los demás necesitan. Si tu hijo es generoso, además de merecer la gratitud de
otros, debe sentirse agradecido porque tiene mucho que dar.
• Fijarse en lo que
hacen todos por ayudar
En casa, crea el hábito de notar los esfuerzos cotidianos que nos hacen posible
la vida familiar. “Gracias mamá por hacer la cena. Gracias hermano por tender
tu cama. Gracias papá por acompañarme al juego de futbol.”
La gratitud consiste en fijarse en los detalles que crean
un ambiente colaborativo en el hogar, y nombrarlos con aprecio, ya que esta colaboración
nos proporciona riqueza. La familia que agradece el esfuerzo de todos
disfrutará juntos los resultados.
• Enseñar el vocabulario
de la gratitud
Haz el recordatorio,“Hijo, ¿cómo se dice?” cuando otro le
sirve la comida, o alguien le ayuda a recoger algo que se le cayó, o tú misma
le traes un detalle de la tienda. Los niños no nacen sabiendo decir “gracias”.
Es un hábito que hay que practicar para aprenderse. Insiste en este hábito de
cortesía en todas partes, para que tus hijos tengan la costumbre de siempre
decir “gracias” cuando alguien les ayude o les obsequie algo.
• Dar gracias por la
comida
Si va de acuerdo a las costumbres de tu casa, hagan el hábito
juntos de dar gracias al comer. Es una forma de reconocer la bendición de tener
lo suficiente para alimentarse, y una manera de respetar a las personas que se
esforzaron por poner esta comida en la mesa. Poder sentarse en familia a comer juntos todos los días
es un privilegio que se debe gozar conscientemente, dando gracias.
• Compartir con los
menos afortunados
El otro lado de la moneda de la gratitud es compartir lo
que tienes. Bajo tu liderazgo, tu familia puede buscar una forma de ayudar a
personas necesitadas en tu comunidad.
Solidarizarse con otros que se benefician con el aporte
de tu familia enseña a tus hijos a llevar la gratitud a otro nivel: son muy
afortunados de poder ayudar a otros, quienes también se lo agradecerán.
• Celebrar las
bendiciones
En la vida familiar, hay muchas ocasiones para celebrar: una
boda, un Bat y Bar Mitzvah, las graduaciones, los cumpleaños, etc. Cada una de
estas festividades es motivo de dar gracias y de reconocer lo afortunados que
somos.
Con tu ejemplo, tus hijos aprenderán a disfrutar la vida
buscando siempre el motivo de sentirse agradecidos.
Tomado y adaptado de about.com
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