La gran mayoría
de los adultos organizan el tiempo de sus pequeños dejando poco o nada de
espacio para jugar dentro de su apretada agenda diaria. Adicional a esto, los
estudios muestran que los niños menores de tres años, juegan alrededor de dos a
tres horas diarias, pero a partir de los nueve años, algunos padres suelen
considerar que sus hijos son mayores para jugar y fomentan el abandono del
juego. Un hecho que los expertos critican y por eso advierten a los padres que
“jugar no es perder el tiempo”, pues los niños “deben jugar más para alcanzar
su pleno desarrollo”.
Estos
resultados nos dan pie para ahondar en la importancia del juego en el
desarrollo psicopedagógico del ser humano, entendiendo por “juego” la actividad
lúdica que se desarrolla en la infancia y que excluye las nuevas tecnologías.
¿Qué significa el juego para el niño?
En los
niños el juego no es una actividad meramente recreativa, el juego es una
necesidad para el desarrollo del pensamiento, la imaginación, el lenguaje y la
socialización, la construcción de la identidad y la adquisición de una serie de
habilidades que serán necesarias en la vida adulta.
Por medio
del juego el niño desarrolla su capacidad intelectual. Vigotsky, famoso por sus teorías del aprendizaje, hace un valioso
aporte al explicar que el niño mediante el juego va construyendo la definición
funcional de los conceptos, con lo cual va desarrollando el pensamiento
abstracto y la capacidad de llevar a cabo elecciones conscientes.
A través del
juego el niño conoce y explora el mundo. Le posibilita la identificación de los
roles y la dinámica de las diversas situaciones que se viven en la esfera real,
asimismo ayuda a comprender las normas de la vida en sociedad. Fernando Peñaranda, médico y magíster en
desarrollo educativo y social, explica al respecto: “el niño aprende así los
valores, reglas, convenciones y, en general, la cultura. De otro lado, la
voluntad y hábitos como la perseverancia se adquieren más fácilmente en el
juego que mediante esfuerzos más complejos como los requeridos para los
trabajos escolares.”
Otro de los
argumentos a favor del juego es su aporte a la construcción de la identidad,
“se requiere el espacio y el tiempo para que los niños sean ellos mismos, para
que se descubran en largos períodos de ocio y fantasía, para que puedan pensar
por cuenta propia desarrollando su creatividad. Son los momentos en los cuales
se dan cimientos para la formación de la vida interior y de la autenticidad.”
añade el doctor Peñaranda.
Es también
el juego el escenario por excelencia donde los niños hacen sus primeros
intercambios sociales con sus pares, es en esta maravillosa experiencia donde
se viven los valores característicos de la interacción humana como es la
generosidad, la solidaridad, el respeto, el autocontrol, la tolerancia, entre
muchos otros.
Más tiempo para jugar
Se trata
entonces de entender que el juego es una actividad indispensable para el
desarrollo del niño, no sólo en los aspectos físicos sino también emocionales.
Por eso los padres deben considerar el juego como algo de suma importancia en
la vida de sus hijos, dejarles espacios generosos todos los días para este fin,
por lo que en ningún momento deben ser considerados como una pérdida de tiempo.
Tomado de: LaFamilia.info