sábado, 23 de mayo de 2015

Artículo: EL MANEJO DE LA FRUSTRACIÓN EN NUESTROS HIJOS

Frustración y Aprendizaje
En el camino de criar niños felices, solemos tropezarnos con la piedra/roca de creer que debemos evitar a nuestros niños toda infelicidad.
Como padres, no nos han entrenado para ver/acompañar a nuestro hijo en su sufrir, nos parece natural consolarle en los brazos y nos obligamos a crear estímulos gratificantes que les cubran su dolor, o por el contrario les restregamos su error con el fin de “fortalecerlos”.
Con la mejor de las intenciones, les arrancamos sonrisas aún con los ojos aguados y perdemos maravillosas oportunidades de crear resiliencia en ellos.
Resiliencia se refiere a la capacidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas. Cuando un sujeto o grupo es capaz de hacerlo, se dice que tiene una resiliencia adecuada, y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por éstos.

Cada día, los niños tienen miles de oportunidades de sentir frustración y enojo, ellos están en el proceso de comprender el mundo y sus propias limitaciones:
“No corro tan rápido como deseo”
“El vecino no me presta el juguete que quiero”
“Esa piedra está donde no debería y me hizo caer”
“Esa pieza de lego no encaja como lo imaginé”
“El reloj corre muy rápido cuando juego y muy lento cuando espero”
“No me invitaron a la fiesta del viernes”
“La pelota pego contra la portería y no hice gol”
“El lápiz no sigue las instrucciones y quedó torcido el dibujo”
Cada uno de estos y otros pensamientos, es una oportunidad de aprender a caer y levantarnos, de asumir nuestras limitaciones y responsabilidades de los sucedido, de crear soluciones y ser creativos para lograr resultados, pero las dejamos ir entre los dedos con frases comunes como:
“Cómo dices que no corriste rápido, parecías una gacela!”
“Tú no siempre compartes, entonces no te quejes”
“Piedra tonta, hizo caer a mi hijito”
“Ven te pongo yo la pieza de lego”
“No tienes por qué aburrirte, mira todos tus juguetes”
“Esa fiesta será muy mala… y el viernes tú y yo nos vamos a cine”
“Pues te toca entrenar más hasta lograr los goles”
“Pero si te quedó divino el dibujo”
Estos estilos de respuesta, rescatan a nuestros hijos de la situación, ya sea minimizando su dolor, creando distracciones al mismo o dándoles instrucciones de cómo evitar sus penas.
Cada desafío en la vida de nuestros hijos, es una lección de la vida para crecer, así que acompañarlos, empatizar con su sentir, y permitir que ellos mismos hagan el análisis de lo sucedido y creen sus estrategias para resolverlo es una gran herramienta de vida.
“¿Qué crees que pasó?
“¿Cómo te sentiste?”
“¿Cómo lo puedes evitar?”
“¿Qué harás mañana si te pasa igual?”
“¿Cómo lo puedes solucionar?”

Debemos evitar preguntas acusadoras como “¿Quién hizo esto?” ó “¿Por qué lo hiciste?”, pues inmediatamente se interrumpe el flujo de comunicación.
No es fácil abrazar a un hijo que sufre, pero permitirle crecer y aprender es también una forma de mostrar respeto, respeto por sus capacidades de sobreponerse y salir fortalecido.
¿Cómo logro que un episodio frustrante, sea un momento de aprendizaje y creación de resiliencia?
La respuesta es simple, CONFIAR.
Confiar en que nuestros hijos podrán lidiar con sus sentimientos y crearán estrategias para resolver sus conflictos, confiar en la vida que le trajo ésta experiencia con un propósito, confiar en nuestro poder de permanecer al margen.
Cuando los padres, por el contrario, ante estas oportunidades de vida rescatamos a nuestros hijos, les robamos maravillosas oportunidades de crecer.
Cuando, usando el mismo ejemplo, decimos algo como “No te preocupes, yo lo hago por ti”, o “No es nada, no te preocupes”, estamos dando el mensaje al niño de que él no puede solo, que no confiamos en sus capacidades,  pero también le estamos diciendo “No tienes que intentar nada… yo lo haré por ti”.
Así los niños compran el mensaje de que siempre otro les hará las cosas, de que es angustiante tomar riesgos, de que el mundo no requiere de esfuerzo ó de que él no está hecho para luchar y sobreponerse.

Así como cuando mi esposo, mi mamá o mi mejor amiga, está viviendo un proceso frustrante, así mismo acompaño al niño en el proceso de frustración. Entonces además genero una gran oportunidad de enseñar empatía, valentía, coraje y persistencia.

http://abrazarte.org/2013/10/28/3485/

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