martes, 31 de enero de 2017

Artículo: ¿ERES UN PADRE TÓXICO?

Hay padres que ejercen su paternidad o maternidad de diferentes formas. Los clásicamente denominados autoritarios, aquellos de estilo laissez affaire, los de estilo democrático…pero existen también aquellos que  “viven por y para sus hijos”, “sacrificados”, necesitan ser necesitados…Los resultados de una figura materna o paterna sobreprotectora y sufridora se concretan en hijos dependientes, con baja autoestima
Existen varios perfiles de padres tóxicos:
1.- Padres autoritarios y descalificadores que actúan desde el “yo exijo”:
Crean hijos sumisos y excesivamente complacientes. Los hijos repiten ese patrón de vínculo y lo trasladan a otras figuras de autoridad (profesores, jefes, sus maridos) con los que repetirán la misma forma de relacionarse, es decir, desde la sumisión. Como adultas, serán mujeres en extremo complacientes incluso obviando sus propias necesidades.

2.- Padres culpabilizadores que actúan no desde el "yo exijo" sino desde el "yo te suplico":
Es decir, que actúan desde el chantaje sentimental, para que sus hijos tomen determinadas decisiones y continúen respondiendo a sus requerimientos. En el futuro sus hijos tendrán conflictos con sus parejas debido a la intromisión periódica de estas madres en sus vidas, y les será muy difícil crear vínculos afectivos estables.

3.- Padres de Pulgarcita: Estas son las mamás intrusivas y sobreprotectoras que se niegan a que su hijo crezca:
En lugar de acompañar su desarrollo, están constantemente supervisándolos, espían su cuenta de correo o de redes sociales, se hacen “compinches” de sus amigos y suelen generar en sus hijos e hijas un sentimiento de inferioridad que los acompaña hasta la edad adulta .

4.- Padrastros de Blancanieves: 
Madres competitivas respecto a sus hijas, que se visten como ellas e intentan incluso seducir a sus amigos. La hija suele desarrollar problemas de peso y se convierte en una chica muy tímida en un intento inconsciente de satisfacer a la madre y no brillar más que ella y déspota. Cree que sus hijos le deben todo cuánto son y exige que estén a su servicio.

Debemos concientizar que ser padre y madre no sólo significa engendrar un hijo, sino que también tiene que ver con la entrega de herramientas claves para enfrentar el mundo. Los padres tóxicos(incluyendo a padres, abuelos, madres o cuidadores) lejos de fomentar una madurez personal y una seguridad en sus hijos con la cual, poder crecer sanamente en al mundo, no hacen más que anclar pesadas cadenas vetando por completo la independencia física y emocional de esa persona.
Los niños de padres tóxicos, explica la psicóloga norteamericana Susan Forward quien parece que acuñó el término en su libro 'Padres que odian', serán adultos con baja autoestima, inseguros, sumisos y emocionalmente inestables.

Puede que esto nos llame la atención, pero detrás del comportamiento de un padre tóxico, está el amor. Todos sabemos que a la hora de hablar del amor, existen dos caras de una misma moneda: está esa dimensión capaz de propiciar el crecimiento personal de la persona, ya sea a nivel de pareja o familiar, y a su vez, está también ese lado más tóxico donde se ejerce un amor egoísta e interesado, a veces hasta asfixiante, que puede ser completamente destructivo.

Adaptado de Serpadres.es


domingo, 22 de enero de 2017

Artículo: ¿CÓMO EDUCAR SIN GRITOS NI AMENAZAS?

Siempre hemos oído que educar es complicado, pero al hacerlo encontramos una gran recompensa.

Queremos educar a nuestros hijos de la mejor manera posible, la pena es que no siempre educamos como nos gustaría. A veces es por cansancio, otras por falta de tiempo, por las situaciones en las que nos encontramos o el propio carácter de nuestro hijo. Pero lo que debemos tener claro es que gritar no es un recurso educativo adecuado, ni para el niño/joven ni para los padres.
Los gritos pueden parecer inofensivos y que solo sean producto de un momento de rabia que se esfuman en el aire, pero pueden afectar a nuestros hijos a nivel psicológico e influir su comportamiento.
Cuando gritamos no decimos cosas dulces. Los gritos suelen ir acompañados de amenazas, chantajes y descalificaciones. Son nada menos que la manifestación de la violencia, no física, pero sí psicológica.
Las palabras y los gritos pueden llegar a ser tan o más dañinos que el maltrato físico.
¿Por qué gritamos?
De manera natural, el “alzamiento de voz” aparece muchas veces como recurso para educar a nuestros hijos. Hasta la persona que se considera paciente y tranquila ha perdido en algún momento los nervios y se ha descubierto gritando a sus hijos. De hecho un estudio de la universidad de Pittsburgh y Michigan afirma que El 45% de las madres y el 42% de los padres admitieron haber gritado y en algún caso insultado a sus hijos. 
Recurrimos a los gritos porque encontramos estas supuestas ventajas:
      Es sencillo de utilizar.
      Es rápido.
      No requiere de un desgaste intelectual para su uso.
      Consigue su objetivo a corto plazo, que es conseguir la atención del hijo.
      Infunde un carácter de autoridad al que lo utiliza.
      Le confiere mayor importancia a la situación que ha causado el grito…
La cuestión es que nos planteamos los supuestos “beneficios” de gritarles y no nos damos cuenta de los perjuicios que pueden ocasionar realmente.
Consecuencias de gritar a los niños
      El constante empleo del grito puede conllevar al deterioro de la autoestima del niño/joven. No se sentirá valorado o querido por sus padres o, por el contrario, puede convertirse en un rebelde, desafiando la autoridad constantemente.
      Al ser los padres ejemplo para los hijos, una conducta agresiva será adoptada por el niño/joven y se acostumbrará a gritar y tener dichos comportamientos violentos. Luego las empleará con los amigos, conocidos o incluso contra los padres.
      Los gritos solo causarán estrés en el hijo, lo que no será beneficioso para su desarrollo.

Como adultos, tenemos que aprender a controlarnos y poner el freno cuando perdemos el control y gritamos.


Tomado y adaptado de Serpadres.es

lunes, 9 de enero de 2017

Artículo: PREMIAR LAS NOTAS...UNA HERRAMIENTA DE DOBLE FILO



Muchos padres, llenos de buena voluntad, prometemos a nuestros hijos grandes premios para animarlos a estudiar. Pero se trata de un método un poco arriesgado que no siempre viene acompañado de mejores resultados. Realmente, ¿es una buena estrategia prometer para aprobar?.

Todos los padres deseamos fervientemente que nuestros hijos saquen buenas notas en el colegio. La inteligencia es un factor muy complejo que, afortunadamente, los psicólogos y profesionales de la enseñanza tratan cada día con más delicadeza y profundidad.
Ahora ya se sabe que hay muchas clases de inteligencia, una de ellas es la que necesita nuestro hijo para superar sus exámenes escolares. Pero afortunadamente no es la única.

Aunque el valor de una persona no puede ni debe medirse por las calificaciones académicas, lo cierto es que en la sociedad actual tienen un valor desmesurado, y que los padres hacemos todo lo que podemos para que las notas de nuestros hijos sean lo más brillantes posible.

Dentro de esta dinámica, un recurso muy utilizado por los padres es ofrecer a su hijo un regalo si aprueba la evaluación o si saca buenas notas. Pero estas técnicas no acostumbran a tener el resultado que habíamos imaginado.
No conozco a ningún estudiante al que le guste fracasar en sus exámenes.

La satisfacción por el éxito es algo natural en las personas pero los padres acostumbramos a explotarlo muy poco.
Infravaloramos esa necesidad que tiene todo ser humano de demostrarse a sí mismo y a los demás lo que es capaz de hacer y la sustituimos por un bien material. Pero en realidad, la alegría y el bienestar interior que producen el éxito y la superación de las dificultades, no se puede suplir con ninguna recompensa material.

¿Qué pasa cuando prometemos un regalo para que el estudiante apruebe?

Un padre de primer grado de primaria me dijo que le había comprado un juego de ordenador a su hijo porque se había superado en la segunda evaluación. Le dijo: “Si te sigues esforzando y las próximas notas mejoran, te compraré otro juego”.
Supongamos que todo va bien y obtiene el regalo. Cuando llegue a segundo grado, probablemente, su hijo le pedirá un regalo mejor y más caro. ¿Qué pasará en tercero?, ¿y en segundo de liceo? Yo me lo imaginaba diciéndole a su padre: “O me compras la moto o no apruebo”.

Esa no es una buena manera de proceder. Las buenas notas se deben elogiar, ensalzar, aplaudir…pero jamás comprar. El trabajo del estudiante es estudiar. El nuestro es apoyarlo en todo lo que necesite como estudiante y como persona. Debemos reconocerle sus méritos, habilidades y ayudarlo a aceptar sus limitaciones, que  seguro las tiene; como todo el mundo.

Además, cuando a pesar de la recompensa prometida, nuestro hijo no triunfa, la sensación de fracaso aumenta porque no ha conseguido la meta ni siquiera con los estímulos anunciados. Desde esta perspectiva, cuanto más grande es el premio, mayor es el malestar interior que provoca el fracaso y más disminuye la autoestima.

No creo que sea una buena técnica prometer para aprobar. Otra cosa diferente es que toda la familia se alegre de los éxitos de uno de sus miembros y lo festejen. Llegan las notas, son buenas, todos nos ponemos contentos, felicitamos al triunfador y se celebra de la manera que a la familia le parezca más oportuna: yendo todos a cenar a su restaurante favorito, al parque de atracciones, a hacer la actividad que él desee y escoja.

Quizás tú, como padre o madre, me dirías que te acabo de dejar sin la única herramienta que conocías y ponías en práctica para motivar a tu hijo en sus estudios. En este caso te pregunto: ¿Te funciona? ¿Tu sentido común te dice que los premios que le has dado hasta ahora están dentro de unos límites razonables? ¿Acepta tu hijo que no siempre puede haber premios extras? Si ya tiene más de 10 u 11 años, ¿es consciente de que el regalo es un detalle para demostrar tu alegría por su éxito, pero que lo importante es lo que ha aprendido porque le servirá para aprender más y ser cada día más inteligente?

Si la respuesta a estas y otras preguntas similares es positiva, puedes seguir con tu sistema de motivación. Probablemente, junto al premio material pones en práctica otras estrategias de las cuales tal vez no eres consciente.
Pero si la respuesta es negativa o dudosa, tal vez sea el momento de buscar otras técnicas de motivación más adecuadas.


Tomado y adaptado de solohijos.com